Posiblemente, en principio habría que analizar a quién benefician estas situaciones tan bien preparadas; parece ser que, como el beneficio casi siempre se analiza en dinero, los grandes beneficiados puedan ser la clase política, los medios de comunicación y la Justicia en general.
Quizás, puede que la amplia clase política consiga, con esta crispación, dar a conocer a la opinión pública nuevos nombres para su infatigable actuación comercial de vender cosas que ellos mismos saben que no son posibles. Los medios de comunicación, en su lucha por conseguir audiencias, tienen en este aspecto tomate para rato, sin darse cuenta de que están haciendo un flaco favor a la sociedad, ya que esta no puede asimilar tanta información. En cuanto a la Justicia, están saliendo al descubierto sus guerras internas, como sucede y ha sucedido en todas las familias.
Posiblemente la realidad sea otra y cada día queda más claro que, al final, el que siempre gana es el dinero. Este cada día está en manos de menos seres humanos, porque cuando en este país estamos todos pendientes de la inventada crispación, la realidad que se publica en letras muy pequeñas, y una sola vez, es otra. Así, el poder económico mundial continúa su escalada y consigue que en la última reunión del G-7 (que reúne a las siete economías más importantes del mundo), el presidente de los Estados Unidos, usando varias coacciones a los representantes del poder económico mundial, entre ellas, sus famosos aranceles, acuerdan eximir a todas las multinacionales americanas que facturen más de 750.000 millones de euros al año, de un impuesto del 15%, al que se habían comprometido 130 países en un acuerdo tomado en el año 2021 y que estaba llamado a combatir la evasión fiscal de las empresas multinacionales.
Otra aprobación del Congreso de Estados Unidos el 3/7/25 es la subida de impuestos a los más pobres, la bajada a los más ricos y el incremento en defensa, lo cual sigue beneficiando a las empresas (públicas o privadas) al traspasar los dineros de los más débiles a los bolsillos de los de siempre.
Quizás todo lo que apuntemos sea mucho de cosecha propia, porque actualmente es muy difícil creer a cualquier llamado experto, ya que el poder del dinero es tan fuerte que toda opinión puede cambiar, en función de lo que se quieran o puedan pagar.
Posiblemente fuera interesante analizar, en lo posible, dado que los medios de comunicación de referencia en el mundo están comprados por los poderosos del dinero, la situación creada por el presidente de Estados Unidos, en cuanto a la variación de la globalización por una forma de un increible intervencionismo de la economía privada.
En este momento existen opiniones de todas las clases. Los más proclives a la política de Donald Trump manifiestan que los españoles no nos preocupemos por los aranceles, ya que solo es un incremento en los productos que van a consumir los estadounidenses.Siendo esto verdad, también es cierto que las empresas españolas que rebajen sus carteras de pedidos, como consecuencia de esta nueva situación, deberán de incrementar sus carteras vendiendo a otros países y esto suele lleva un tiempo. Estas deben negociar con otros países y posiblemente reciban ayudas del Estado, o sea de nuestro dinero, y todo esto puede suponer algún tipo de modificación de impuestos o despido de trabajadores.
Posiblemente se pueda opinar lo que cada uno quiera, pero no nos olvidemos de quién controla el dinero en el mundo y que cuando el presidente de los Estados Unidos ha negociado en todo el mundo el tema de los aranceles, ningún gobierno se ha negado, sino que los están intentado negociar con el dinero de todos los ciudadanos. ¿No será que el poder económico ha creado esta situación para conseguir más rentabilidades?
Esto, que suelen ser guerras geopolíticas, no ayudan en nada a suavizar la gran desigualdad existente en el mundo y demuestran, una vez más, que el poder no lo tiene la clase política, y menos los ciudadanos, sino el poder económico. Mientras, la gran mayoría de los ciudadanos, como buenos palmeros, siguen enfrentados en ver cómo se puede elegir a un político que dice tener soluciones a casi todos los problemas.
Nadie puede obviar el hecho de que la mayoría de información que se está manejando en la actualidad está basada en indicios, normalmente de alguien interesado, casi ninguno en pruebas reales, y que deja entrever los grandes enfrentamientos que existen dentro de la Justicia, que, al final, casi todos acaban en la papelera, pero han cumplido el objetivo.
En esta guerra participan tanto los adinerados como otras personas de la llamada izquierda, pero siempre saliendo perjudicados la mayoría de ciudadanos, y sobre todo el último consumidor, como casi siempre.
Posiblemente nos pasemos la vida debatiendo quién es el mejor político en función de su ideología, y lo grave es que lo que necesitamos es una variación del sistema económico que resuelva el gravísimo problema mundial de la desigualdad social.