Ayudante de cocina en un restaurante vallisoletano, se alzó con el oro en el Campeonato Nacional de Cocina y, como reto, se plantea alcanzar el podio en el regional y viajar para “aprender nuevos estilos y montar mi propio negocio”
Por casualidad, y como un legado de abuela a nieta, la lagunera Andrea San José comenzó sus primeros pinitos entre fogones viendo cómo su abuela prácticamente bailaba en la cocina cuando preparaba cada uno de aquellos platos que a ella le gustaban de niña, y aunque nunca se había planteado ser cocinera, a los quince años el interés por mezclar sabores y la creación de platos fue creciendo hasta que, una vez que tuvo el graduado en la mano, se metió de lleno en la escuela de cocina para estudiar y aprender sobre aquello que tanto había visto hacer a su abuela.
Entre sus referentes en el mundo culinario la primera en la lista es, “obviamente”, su abuela, pero también algunos de los chefs más famosos de nuestro país, como Jordi Cruz o Martín Berasategui, de quienes admira su disciplina, pues si algo tiene claro Andrea es que esta característica es “fundamental” cuando cocinas. “Hay que ser disciplinado, muy ordenado y saber gestionar el tiempo y el estrés, especialmente cuando el restaurante está lleno y las comandas no paran de llegar; el cliente entra por la puerta y espera que tú estés preparado para darle un buen servicio”.
Actualmente es ayudante de cocina en el restaurante Talavera, una labor que, según explica, muchos piensan que se limita a “lavar platos o preparar ingredientes, pero va mucho más allá”. “En realidad eres un cocinero más, pero a las órdenes del chef. En mi caso tengo bastante libertad, porque llevo muchos años trabajando y mi jefe tiene plena confianza en mí a la hora de elaborar los platos por mi cuenta”, afirma.
De hecho, admite que algunas de sus especialidades son el pescado y los arroces, pero en su día a día se encarga también de limpiar pescado, preparar salsas y guisos, así como del menú del día, “entre otras muchas cosas”. Y si algo distingue a esta lagunera es su tenacidad, pues revela que aún no hay nada que se le resista; “soy muy cabezota y no paro hasta que me salen las cosas bien”, apunta.
Advierte que el frenetismo de la cocina a veces “pasa factura”, ya que en épocas de mucha afluencia “hay días en los que solo quieres salir del restaurante”, y para combatirlo su vía de escape es su familia, amigos y pareja. “Quedar con ellos o simplemente hablar por teléfono me hace desconectar del estrés del trabajo”, y confiesa, entre risas, que, al llegar a casa, “lo último que me apetece es cocinar, así que procuro evitarlo”.
Sobre la entrada de nuevas tecnologías en el sector subraya que “no existe una amenaza de sustitución para los cocineros”. “Las máquinas pueden ejecutar y ser de ayuda, pero a la hora de improvisar e ir probando sabores no pueden hacerlo, así que siempre se necesitará una mano humana en el sector”. Asimismo, otra cuestión que para ella “siempre” será necesaria es “tener una base de cocina tradicional”. Y es que, según la joven lagunera, las nuevas tendencias culinarias “tienen que partir de la tradición para poder preparar buenos platos”. “No sirve de nada que en apariencia el plato tenga buena pinta o parezca muy pijo si luego no sabe a nada, por eso es importante tener claro que sin la cocina tradicional no se puede avanzar”.
En cuanto a sus sueños cumplidos y por cumplir, Andrea habla sobre su paso por el Concurso Nacional de Cocina, donde consiguió proclamarse, junto a su jefe, Víctor Talavera, como los mejores cocineros del país. “Fue una experiencia para la que trabajamos muy duro y nos preparamos muchísimo, y aun así no íbamos a ganar, pero cuando haces las cosas bien y te esfuerzas tienes una recompensa, y eso fue lo que nos pasó”. Asegura que en el momento no se creía que hubiesen ganado, pero que con los días ya lo tuvo más asimilado. Eso sí, afirma que una vez conseguido esto tiene la espinita de alzarse con el oro en el regional, “ya que si es una satisfacción ser los mejores cocineros de España, imagínate de tu comunidad”.
Por su parte, esta sería la meta a corto plazo, pero en el futuro Andrea espera que su vida pase por salir del ámbito nacional y “viajar por todo el mundo para conocer otros países, sus costumbres y, sobre todo, su cocina, y después volver con esos conocimientos a España para montar aquí mi propio restaurante”. Un negocio que, según comenta, tendría “esa mezcla de tradición y vanguardia pero sin ser exclusivo, ni incluyendo menús degustación… un restaurante para todos donde la comida sea del gusto de todo el mundo”.