El periodista y productor Roberto Lozano prepara el lanzamiento de ‘All the souls’, un trabajo que pone el foco sobre la lacra de la trata de seres humanos en Nepal
Es vecino de Laguna de Duero aunque habitualmente deja atrás nuestras calles para embarcar en un avión y sumergirse en realidades completamente distintas, lejos de nuestras fronteras, donde el día a día viene atenuado por el hambre y la violencia. Y todo, por la vocación de querer contar lo que ocurre a través del objetivo de una cámara. Se trata esta de una necesidad con la que Roberto Lozano (Valladolid, 1968) convive desde que se licenció en periodismo e hizo sus primeros trabajos en radio y televisión. La pequeña pantalla despertó sus ansias por el mundo audiovisual, convirtiéndose en emprendedor, en 1996, con la puesta en marcha de Cesna Producciones, un proyecto que continúa pilotando hoy en día.
Gracias a las labores de un equipo en que se encuentra Marta Arranz como productora ejecutiva, así como el director de fotografía Roberto Fraile, Lozano ha logrado capear la crisis económica, que ha afectado duramente a su sector, a través del trabajo constante. “Años atrás nuestro equipo era más amplio, aunque ahora trabajamos por proyectos en los que contamos con freelances”, apunta el lagunero, quien, por las circunstancias, ha despuntado, sobre todo, por la producción de cine documental. “Me considero un privilegiado por haber conseguido sacar adelante mi trabajo pese a muchas dificultades”, afirma Lozano, quien considera que “Valladolid es una ciudad muy difícil que, sin embargo, ha dado muchos cineastas, muchos de los cuales hemos crecido con la vista puesta en la SEMINCI”.
Posiblemente una de las películas más conocidas del lagunero sea ‘Los ojos de la Guerra’, un documental que tuvo seis candidaturas en los Premios Goya y que le llevó a Irak, Congo, Bosnia y Afganistán, sirviéndo como alegato en defensa de los Derechos Humanos. “Es la obra con la que siento más identificado. Me hizo vivir situaciones muy duras, pero me enseñó mucho y forjamos un equipo muy sólido del que ha quedado una fuerte amistad. Estoy orgulloso de ella porque tiene un lenguaje capaz de entenderse en cualquier lugar del mundo, es universal y muy inspiradora”, apostilla el director.
En relación a su trabajo en países en conflicto, Lozano cree que “hay un antes y un después a la hora de vivir la guerra”. “No vuelves a ser la misma persona, te surgen muchas contradicciones que ni sabías que existían. En una guerra el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, de lo más tierno y de lo más cruel. El mito del heroísmo se cae, y cuando vuelves a tu vida normal los fantasmas vuelven por la noche, cuando estás en calma. Sobre todo los de esas personas con las que has convivido y que sabes que murieron”, afirma.
Con respecto a la situación del periodismo de guerra, el lagunero cree que “está muerto, ha dejado de existir”. “Hoy en día es imposible vivir de ello, el cine documental es el único género que permite conocer en profundidad los conflictos y trabajar con total libertad”, señala Lozano, argumentando que “en los informativos los periodistas cuentan la guerra sin bajar al barro, puesto que tienen que hacer un directo cada tres horas. Es una especie de propaganda del medio, que presume de tener a su hombre en el lugar de los hechos”.
El director enfatiza en que “hay muchos conflictos vigentes de los que no sabemos nada, y lo peor es que es porque no interesa. Vale más una víctima blanca que una negra, y eso nos dice qué tipo de sociedad somos”. Pese a todo, Lozano cree que “la crisis del periodismo se va a superar, el periodismo de verdad va a volver con mucha fuerza, y el tema de las redes sociales y las fake news va a contribuir a ello. La sociedad va a reclamar una información de calidad”.
Con más de treinta premios internacionales a sus espaldas, el cineasta considera los galardones como “un reconocimiento y apoyo para seguir alimentando las ganas de hacer cosas”. “Personalmente me han llegado premios en momentos difíciles, y ello me ha permitido sumar y seguir adelante”. El último trabajo de Lozano está a punto de ver la luz, y se trata de un documental sobre la trata de mujeres en Nepal. Bajo el título ‘All the souls’, este proyecto nace en 2015, cuando decidió viajar a Katmandú para contar en primera persona los efectos del terremoto que devastó las regiones del Himalaya causando 10.000 muertos.
“Una vez en Nepal nos dimos cuenta de otra realidad muy grave que existía, y es la trata de niñas para ser explotadas sexualmente, que afecta a entre 7.000 y 12.000 personas al año”, apunta Lozano, quien pretende, con su trabajo, “denunciar unos hechos tremendos a nivel internacional”. Con respecto a su labor durante estos cuatro años, el lagunero apostilla que “hay veces que te estás jugando la vida en la carretera, o te amenazan las mafias, y piensas, ¿Qué hago aquí?, pero después ves el resultado y te das cuenta de que merece la pena todo lo que haces”.
Pese a las dificultades que a veces encuentra a la hora de buscar financiación para sus proyectos, Lozano sigue trabajando con la vista puesta en plasmar la realidad más cruda. Tal y como avanza, el próximo proyecto en el que se embarcará será ‘Raw War’, una película sobre el inicio del conflicto de Siria. “Es un documental necesario, ya que este era un país muy avanzado, con una sociedad culta que simplemente tenía ganas de decidir sobre su destino”, apostilla el lagunero, trazando un paralelismo con el caso de los países de los Balcanes, “donde se desató una guerra increíble al estar tan cerca de Europa y producirse en países mucho más avanzados, en su época, que España”. En esta producción, avanza, encontraremos “imágenes inéditas y nunca vistas sobre el origen de este conflicto”.