El centro cultural por excelencia de Laguna celebra su vigésimo aniversario haciendo un repaso por su historia, pasando por épocas de esplendor y algunos momentos de crisis, pero siempre con el telón subido y con el objetivo de ser fuente de vida y unión de todo el municipio.
Referente de la artes escénicas a nivel provincial, regional y nacional, la Casa de las Artes se ha ganado el sobrenombre de cuna de la cultura en este municipio. Con el tesón y el trabajo de todas las personas que siempre están entre bambalinas, este centro se ha hecho un hueco en la escena cultural, colocando en el mapa a Laguna y ofreciendo espectáculos de calidad, que a lo largo de sus 20 años de andadura han actuado como imán para atraer y afianzar al público, no solo de la localidad, sino también de Valladolid y alrededores.
Con el objetivo de crear un lugar que sirviera como nexo de unión entre el pueblo y Torrelago -«por aquel entonces muy diferenciados», según señala Teresa Villanueva, concejala de Cultura en aquella época-, así como «un espacio con capacidad para ofrecer servicios culturales de calidad», como aclara Juan Ignacio Herrero, ex programador de la Casa de las Artes; en 2004 un gran cartel y unas vallas de obra anunciaban el comienzo de la construcción del Centro Cívico y Auditorio de Laguna, que contaría con un presupuesto de 4.084.252,70 euros. Este proyecto, tal y como remarca Herrero, «vino a equilibrar carencias sociales y culturales, a generar identidad, ebullición y dinamismo a Laguna» y, encarando la primavera, el 12 de marzo de 2005 la Casa de las Artes subía el telón por primera vez en su historia.
Ese mismo día, la inauguración estuvo a cargo de Teatro Corsario con ‘Don Gil de las Calzas Verdes’ y, previamente, hubo una acción teatral en la que se hilaban los discursos institucionales con la representación de Cuarteto Teatro, que daba protagonismo a unos obreros que, aún en el escenario, cedían el espacio a los actores y creadores. Los comienzos fueron «duros», comentan Teresa Villanueva y Juan Ignacio Herrero, quienes recuerdan que los primeros pasos en esta andadura fueron entrar a formar parte de la Red de Teatros, primero de Castilla y León y después a nivel nacional, lo que «afianzó las bases y nos permitió traer espectáculos de gran calidad».
«Todo lo que pasaba por Madrid después recalaba aquí, y pronto manejábamos datos de asistencia que superaban con creces a otros centros culturales más consolidados. La gente nos miraba», señalan. Además, a modo anecdótico, recuerdan cómo una temporada acogieron todos los espectáculos que iban a inaugurar el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid, tras los retrasos en las obras de este. «Tuvimos conciertos con orquestas de renombre y directores alemanes, mucho teatro, ballet… y todo eso nos dio un caché que hizo que aún más gente se animase a comprar los abonos».
Poco a poco la Casa de las Artes vivió un momento de gran esplendor, aunque también tuvo sus horas bajas, según apostilla Alfredo Fadrique, quien fuera concejal durante los años de la crisis económica. Fadrique rememora cómo otros Ayuntamientos se veían obligados a externalizar la gestión de sus centros culturales, mientras desde Laguna luchaban por mantener esa titularidad.
«A base de darle muchas vueltas, Juan Ignacio Herrero y yo nos marcamos una estrategia con la que luchar para sacar a flote el centro». Y entre esa marabunta de ideas destaca que fueran pioneros en hacer las presentaciones de la temporada con el público. «Invitábamos a nuestros abonados, animándolos a traer invitados, y venía algún artista a presentar el evento. Era una forma de comprometer al público con el teatro, ya que ellos eran nuestro mejor embajador». A esta iniciativa se sumaron otras como las tertulias al acabar el teatro, donde el público se quedaba al acabar la obra para tomar un vino y comentarla.
De esta manera, la Casa de las Artes fue convirtiéndose en símbolo de calidad artística, y sobre su escenario, según enumeran María Cortijo, actual responsable del centro, y Lucía Castro, actual concejala de Cultura, han pasado ya innumerables artistas de la talla de Concha Velasco, Lola Herrera, Pepe Sacristán, Juan Diego Botto, Pedro Casablanc o Carlos Hipólito, entre otros, hasta alcanzar en estos 20 años la friolera de 700 espectáculos y alrededor de 160 exposiciones con la de Eduardo Cuadrado o el lagunero Javier Noriega como las más relevantes.
Cuna del arte y la cultura, el teatro y la sala de exposiciones no son lo único que se encuentra en este espacio, pues la Biblioteca y las escuelas de Música, Teatro y Danza son también parte fundamental y lo que hace que sea «un centro polivalente que da vida a la toda la localidad». Según subrayan quienes la han sacado adelante, la Casa de las Artes no solo hace honor a su nombre por ser el hogar de todas estas disciplinas, sino porque a lo largo de estos años se ha logrado que los laguneros y laguneras sientan que es su casa, se involucren y la defiendan como tal.