Coral Ortega lleva cuatro años viviendo en Luxemburgo, y a pesar de haber residido también en Suiza y Francia, su gran anhelo es volver a España y a Laguna, “pero cuando el mercado laboral haya mejorado”.
Apasionada de los idiomas, la andadura internacional de Coral Ortega comenzó más cerca de casa de lo esperado, pues, inmersa en una época en la que los idiomas, y en concreto el inglés, “eran el futuro”, pronto sus padres le apuntaron a una academia de idiomas en Laguna que le hizo descubrir su vocación como traductora desde niña. Así, mientras estudiaba Traducción e Interpretación en la Universidad de Salamanca, la joven tuvo claro que “cuando te dedicas al estudio de los idiomas hay que salir fuera para experimentarlos en su contexto”, y, en su segundo año de carrera comenzó su periplo internacional, que la llevó por diferentes países hasta su residencia actual en Luxemburgo, donde vive desde hace cuatro años.
Pero antes de llegar a este país su primera parada europea fue en Ginebra (Suiza), donde se fue de Erasmus en el segundo año de carrera para pasar cinco meses mejorando el francés. Una vez de vuelta, y como la experiencia se le había hecho “muy corta”, Coral solicitó una beca para trabajar como profesora de español en Normandía, y ni corta ni perezosa volvió a hacer las maletas hacia el país galo. “Aquí me sentí como en casa, la gente era muy acogedora y tenían mucha relación con nuestro país y nuestra cultura, por lo que mis alumnos estaban deseando aprender”, recuerda, y añade que las restricciones de la pandemia fueron las que le obligaron a volver.
El Covid le hizo plantearse la opción de tomar un año sabático, pero el anuncio de unas prácticas en el Parlamento Europeo le quitó la idea, y en octubre de 2022 puso rumbo a Luxemburgo, donde trabaja en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea como correctora, un puesto en el que admite que el flujo de trabajo “es muy intenso”, puesto que en esta institución se traducen todos los textos a las 24 lenguas oficiales de la Unión Europea.
De esta manera, la lagunera lleva aquí cuatro años, y admite que el país “tiene una amplia riqueza cultural”. “Al ser tan pequeño y estar rodeado de Francia, Alemania y Bélgica, su cultura y gastronomía son una mezcla de estos países, a lo que se suman costumbres propias, como el idioma luxemburgués”. Revela también que el clima en invierno “no acompaña demasiado”, sin embargo, en verano “es mucho más apacible que en España, ya que no hay temperaturas tan extremas”. De hecho, destaca que algunas de las ventajas son que siempre hay eventos y festivales gratuitos por la calle, como, por ejemplo, la Fiesta de la Música, el Festival de Jazz o el Día Nacional, que celebra el cumpleaños del Gran Duque.
Pero pese a las comodidades, un trabajo que le gusta y un país que le ha acogido con los brazos abiertos, Coral admite que no dudaría en volver a España y a Laguna. “Llegué a Luxemburgo con la idea de quedarme cinco meses y al final la estancia se ha alargado. Hace poco he hecho la oposición de traductores para las instituciones y, si la apruebo, pensaría seriamente en quedarme, pero el objetivo siempre ha sido volver a casa”. Apunta que su familia, su pareja y sus amigos están en Laguna, “y tenerlos lejos no es tan fácil”.
Eso sí, Ortega remarca que el mercado laboral español no es muy favorable para su vuelta. “La traducción está focalizada en las grandes ciudades como Madrid y Barcelona y, si vuelvo, me gustaría que fuera para estar más cerca de mis seres queridos. Esta es una rama interprofesional, pero el problema es que muchas empresas no son conscientes de lo útil que podría ser tener un traductor en plantilla, lo que es un atraso con respecto a Europa”. Así pues, la joven solo espera el momento en el que hablar tres idiomas le abra las puertas en otros sectores que sí que estén presentes en Castilla y León y de esta manera pueda regresar.
Mientras tanto, Coral afirma que va a continuar en Luxemburgo, formándose en el conservatorio para sacarse el título superior de flauta travesera e incluso añadiendo un nuevo idioma a su combinación lingüística, que podría ser el alemán o el coreano, y anima a todo aquel que quiera dar un paso y viajar para formarse y crecer personal y profesionalmente a que lo haga. “Si sale mal, siempre se puede recular, coger un avión y volver, pero las posibilidades de que salga bien y llevarse una gran experiencia son altas, y no hay que desaprovechar las oportunidades de salir de casa, conocer gente y vivir nuevas experiencias”.