Maestra en el CEIP La Laguna, Mercedes Carpintero ha llevado a cabo diversos proyectos de desarrollo sostenible e investigación en el centro lagunero, destacando el ‘Matehuerto’ como su última apuesta por la enseñanza de las matemáticas “de una manera activa y real”
«Hacer real lo que dicen los libros, ver las aplicaciones prácticas y poder vivir los aprendizajes”, ese es el lema que Mercedes Carpintero lleva por bandera en sus clases y en cada una de sus iniciativas educativas. Apasionada por la investigación desde niña, y siempre con el afán por el conocimiento y la ciencia, estas cuestiones han marcado la impronta en el tipo de enseñanza que esta profesora defiende; aprender de manera activa, pues como ella sostiene “se aprende primero con las manos, pues antes de abstraer cualquier concepto hay que trabajarlo de manera activa”. Una filosofía que ha traspasado su mente y se ha plasmado en su aula, en el CEIP La Laguna, donde lleva a cabo distintos proyectos que “desarrollen el pensamiento científico y matemático de los alumnos”.
La última de estas iniciativas ha sido el ‘Matehuerto’, donde a través de las matemáticas los niños ponen en práctica esta materia “apenas sin darse cuenta”. “Trabajamos problemas reales como la mejor manera de distribuirnos para cavar en los bancales de cultivo, cuánta tierra necesitamos, cómo disponemos las plantas, la distancia que hay que dejar entre ellas, cuántas hay que comprar de cada tipo, cuánto dinero nos costará y un sinfín de cuestiones prácticas reales donde las mates son necesarias”. La docente sostiene que, de este modo, “los estudiantes disfrutan sin ser conscientes de lo mucho que están aprendiendo”.
Mercedes ve como algo “fundamental” este tipo de enseñanza, ya que para ella “infantil y primaria deberían ser etapas de experimentación y exploración máxima” donde los niños comprendan de manera práctica y real qué pasa a su alrededor saliendo de los libros, lo que “influye directamente en el sistema de creencias y vivencias de los alumnos y en su desarrollo neurológico” y que, según Carpintero, “está avalado por numerosas investigaciones que dicen que se aprende más de esta forma que en aquellos entorno en los que los alumnos son receptores más pasivos”.
En esta línea, la maestra mantiene que, dado el enfoque que defiende, eliminar todo eso para poner a los estudiantes detrás de una pantalla en edades tempranas es algo que no comprende como algo beneficioso, pues aunque “cualquier tipo de avance siempre es bienvenido, no hay que olvidar que se aprende pensando y haciendo, y ese hacer implica explorar, manipular y experimentar de manera real”. Y no es que Mercedes abogue por los sistemas educativos anteriores, sino que según apunta “estamos en una nueva época, lo que requiere un nuevo sistema, pero eso no implica sustituir todo lo anterior y años de experiencia docente o eliminar los libros por pantallas limitando las interacciones de los alumnos”.
Algo que respalda este tipo de enseñanza y el trabajo “duro” de los docentes es el informe PISA de 2022, cuyos resultados reflejaron que Castilla y León era un referente en matemáticas, ciencias y lectura; unos datos que, según Mercedes, “son el resultados de un gran esfuerzo por parte de profesores, la mayoría de ellos que trabajan en pequeñas escuelas y colegios en los pueblos de la Comunidad y que impulsan un aprendizaje más familiar, complementando con mucha vocación la falta de recursos”.
Y es que si hay algo que la maestra denuncia es que cuando se habla de educación las miradas se centran “como es lógico” en los alumnos, “pero rara vez nos acordamos de los docentes a los que se les pide cada vez más esfuerzo, más burocracia, más dedicación, incluso más tecnología, con menos; menos tiempo para programar, menos equipos tecnológicos actualizados, menos medios económicos”, lo que en muchos casos se traduce con que los propios profesores “compramos los materiales de nuestro bolsillo para suplir esa limitación de medios”. Según dice, si tuviera una varita mágica “mejoraría nuestra educación preguntando a los docentes, los que están a pie de aula” pues confiesa que “es un error que quien no ha dado nunca clase decida qué es lo que hay que enseñar, cuál es lo prioritario o lo necesario. Falta experiencia y falta una respuesta real a las necesidades en muchas propuestas actuales”.
Al margen de esto, Mercedes admite que tanto ella como sus compañeros de profesión están orgullosos de su labor, y los reconocimientos, así como el trabajo diario “son un aliento para seguir caminando y materializarlo en el desarrollo personal de nuestros alumnos”, y anuncia que en su caso aún le quedan muchas ideas por llevar a las aulas.
