Tras reciclarse en su carrera de Empresariales, José María Gutiérrez trabaja, desde enero, en el soporte técnico de Google en Atenas, donde además disfruta empapándose de la cultura y la gastronomía griegas
A veces un cambio de aires viene bien para encontrar tu mejor versión”. Así define José María Gutiérrez su nueva aventura en Grecia, pues después de toda una vida dedicado a la hostelería de Laguna de Duero y enfocado en su empresa de recreativos Dardos.com, decidió que su lado profesional necesitaba “un giro”, y no dudó en ponerse manos a la obra para dárselo. Así, tras reciclarse en su carrera de Empresariales, el lagunero se abrió camino en consultoras de marketing en Madrid, pero la espinita de vivir fuera era cada vez más fuerte, y en enero de este año llegó su oportunidad de salir y abrirse camino en el mundo laboral en la ciudad de Atenas.
Aquí, Gutiérrez comenzó su andadura en la multinacional TP Grecia, donde desarrolla sus labores en un puesto en el soporte técnico de Google. Según explica, su rol consiste en resolver incidencias en esas aplicaciones que hacen la vida un poco más fácil, como Play Store, Google One, Workspace o Gemini, esa inteligencia artificial de Google que tantas cuestiones nos soluciona. Admite que el sector en esta ciudad, y en el país en general, está en plena expansión, algo que difiere de España, que según José María “enfrenta ciertos desafíos que hacen que las multinacionales, por el momento, no apuesten fuerte por proyectos de este tipo en nuestro país”.
Pero si hay algo que al lagunero le gusta más que su trabajo es descubrir los rincones de la “vibrante y llena de historia” Atenas. “Mi día a día combina la oficina con la exploración de la ciudad. Cuando salgo me gusta pasear por los barrios históricos como Plaka, Psiri, Monastiraky o la Acrópolis, visitar museos o simplemente disfrutar de la gastronomía local”. Revela que la banda sonora de las mañanas es una prueba de “la calidez de los griegos”, pues cada día es común escuchar desde primera hora el Kalimera (Buenos días) o el Giásu (Hola). Matiza que esa amabilidad contrasta con el “caos” que domina el tráfico de Atenas, pues “los griegos conducen como locos”, pero apunta a que “ese desorden convive con un ritmo de vida mucho más relajado que el que tenemos en las grandes ciudades españolas”.
Asimismo, otra de sus grandes pasiones es la gastronomía, pues aunque echa de menos el tapeo español y nuestros platos, la cocina tradicional de su nuevo hogar ya lo tiene encandilado. “Estoy totalmente enganchado al souvlaki con su pan de pita, la moussaka, la horiatiki (ensalada griega) y el saganaki (queso de cabra a la parrilla), son sabores muy marcados por el orégano, el aceite de oliva de gran calidad y productos como el yogur y el queso feta, que son omnipresentes. Con esta oferta, las hamburgueserías cuesta encontrarlas”.
Por otra parte, recuerda que sus inicios en el país fueron “bastante sencillos y con una acogida espectacular. La empresa nos metió en clases de griego y me gusta practicarlo en mi día a día, por eso colaboro de forma gratuita con un grupo de intercambio, ayudando a alumnos griegos a aprender español. Eso sí, durante las horas de oficina la comunicación es principalmente en español e inglés, así que es como estar en casa, pero con mejores vistas y más sol”.
Pero aunque su vida en el país vecino le encanta, José María admite que no puede dejar de echar de menos a la familia y a los amigos que están en Laguna, pero también al propio pueblo, que define como “mi tierra; mi Laguna de Duero”, y donde legustaría regresar aunque solo fuera en las fiestas de la Virgen del Villar o en Navidad.
Subraya que su experiencia fuera está siendo “increíblemente enriquecedora, tanto a nivel profesional como personal”, pues según explica, “me ha demostrado que soy un todoterreno y que me adapto a lo que me echen”. Por ello, aunque su contrato finaliza en breve, tiene claro que su aventura en el extranjero aún no ha expirado, ya que su sueño es seguir explorando el mundo, pero sin perder de vista sus orígenes, y su lema es que “la vida es una aventura y salir fuera un viaje de crecimiento”.
De cara al futuro, al lagunero le gustaría compartir esta experiencia como formador “y, quien sabe, si algún día cuando vuelva a Castilla monto un souvlaki-bar en Laguna”, pero hasta entonces anima a quienes quieran viajar o trabajar fuera a que lo hagan sin dudar, pues, “lo peor que te puede pasar es que vuelvas a casa con la maleta llena de experiencias y anécdotas, y eso es un tesoro”.











