El lagunero Alberto Madrigal es uno de los representantes del cómic europeo más interesantes del momento con un importante seguimiento en Italia
Alberto Madrigal (Plasencia, 1983) se mudó con su familia a Laguna de Duero con tan solo cinco años de edad. Las clases de Educación Plástica del colegio La Laguna y el instituto Las Salinas le hicieron crecer como persona y como artista. Sin embargo, sus estudios le llevaron por otros derroteros y, tras formarse como programador, se dedicó a trabajar en el Parque Tecnologico de Boecillo durante cuatro años. Aunque no tenía un mal empleo, Alberto todavía conservaba su afición de dibujar, y por ello decidió mudarse a Berlín en 2007 para trabajar como ilustrador en una empresa de videojuegos.
Tras dos años de una intensa rutina, el lagunero decidió dejar el horario de oficina para escribir e ilustrar sus propias historias. Su primera obra en el mundo del comic fue ‘Un trabajo de verdad’, una historia de un diseñador español que se muda a Alemania para encontrar empleo. Después de este título, llegaron otras tres novelas gráficas: ‘Todo va bien’, ‘Berlín 2.0’ y ‘Pijama Portátil Galletas’.
¿Se podría decir que la pasión por el dibujo empezó en las clases de algún colegio de Laguna?
Empezó sin duda gracias a un curso de dibujo de la Biblioteca Municipal de Laguna. Admiraba mucho al profesor, él fue el motivo por el que seguí durante cinco años haciendo el curso. Aunque aprendíamos principalmente dibujo realista, recuerdo que llevaba los cómics que leía para aprender a dibujar a los personajes en clase. Era como quien estudia guitarra clásica pero lleva sus canciones de rock para que el profesor le enseñe a tocarlas. Estoy seguro de que sin ese curso y sin ese profesor yo no habría descubierto la pasión por el dibujo.
De tus años en Laguna, ¿Qué recuerdas con más apego?
Recuerdo las canicas y la peonza en el patio después del colegio, los partidos de baloncesto en el polideportivo, el día que con mi amigo Roque aprendimos a jugar a las cartas de Magic… encerrados en su habitación cada tarde, entre gritos, saltos y risas, que parecía imposible que vinieran de un juego de cartas. En la mayoría de mis recuerdos aparece Roque, a quien llamaba el día de los Reyes para venir a mi casa a jugar al 007 de la Nintendo 64 que me acaban de regalar. O con quien grababa cintas de cassette en las que probábamos a rapear mientras rayábamos viejos discos de vinilo de nuestros padres haciendo de DJ. Una de las cosas que recuerdo con cariño es mi visita cada viernes a la tienda Castilla Comic, en Valladolid, donde el dueño, Moisés, me aconsejaba sobre las novedades o cómics que podrían gustarme.
¿Qué es lo peor y lo mejor de vivir en Berlín?
En Berlín eres anónimo. A nadie le importa quién eres o lo que haces. Se respira una libertad increíble en la que nadie te juzga. Es algo que me ha ayudado mucho, sobre todo los primeros años, cuando trabajaba en mi primer libro.
¿Crees que la gente sigue relacionando la novela gráfica con historias para niños?
Supongo que ha mejorado un poco en los últimos años, desde que los cómics han llegado a las librerías. Pero sinceramente no es algo que me preocupe. Claro, si todo el mundo leyera cómics, como sucede en Francia, los autores podrían vivir tranquilamente de su trabajo. Pero entonces habría más reglas y menos libertad a la hora de trabajar. El encanto que tiene hacer un libro es que puedo escribir y dibujar lo que yo quiera, sin tener que convencer a nadie para que me financie el proyecto, como sin embargo sí sucede en el mundo del cine.
¿Hay algún trabajo o proyecto profesional con el que sueñes?
Mi sueño sería hacer lo que hago, pero con otras condiciones. Puede parecer banal, pero lo ideal para mí sería trabajar tres o cuatro horas por la mañana en una novela gráfica, y el resto del día usarlo para pequeños trabajos esporádicos, la familia, los amigos y los hobbies que uno puede tener. Estoy convencido de que esas actividades enriquecen este tipo de trabajo, porque la escritura de historias es un proceso extraño. El subconsciente y lo que vives juega un papel muy importante. El problema es que es difícil mantenerse en económicamente de este modo. Tendrías que vender muchos libros para conseguirlo.
¿De qué estás más orgulloso en estos últimos años?
Desde un punto de vista laboral, de las colaboraciones que han surgido de forma natural siguiendo mi pasión, como por ejemplo los trabajos realizados junto con Zerocalcare o la colaboración con la carta Fabriano, que es mi preferida, y ha cambiado el curso de mi carrera. A nivel personal, de mis hijos. Estoy orgulloso del tipo de persona que son.
¿De qué nacionalidad son la mayoría de tus seguidores?
Aunque he publicado en España y en Francia, mi editor principal es italiano. Por este motivo cuando sale un libro nuevo suelo hacer una gira en librerías y salones del libro en Italia para promocionarlo. Eso hace que tenga más seguidores italianos que españoles o franceses.
¿Qué es lo siguiente que veremos de Alberto Madrigal?
En estos días estoy terminando de ilustrar una novela gráfica escrita por otro autor. Aún no puedo decir nada al respecto porque el editor está manteniendo el secreto hasta la publicación. Sin embargo, estoy terminando de escribir la historia para mi próximo libro, en el que estaré trabajando durante el 2022 Es un libro que empecé hace ya algunos años, pero que he tenido que dejar de lado varias veces. Es una historia más complicada de las que escrito hasta ahora. No es autobiográfica, que para mí es una novedad. Algunos lectores me han dicho que cuando terminan mis libros, querrían saber más sobre los personajes. En la historia nueva que estoy escribiendo quería desarrollar más la vida de estos personajes que lo que sucede en la propia novela.
Fotografía: Melissa Falda.