El lagunero Francisco Aranda lleva un año viviendo en Letonia, donde trabaja como operador logístico y donde ha logrado sumergirse en una cultura radicalmente distinta.
Hace ya un año que el lagunero Francisco Aranda decidió emprender una aventura vital mudándose a Letonia. Lo hizo junto a su pareja, natural del país báltico, con quien vive actualmente en Valmiera. Juntos han conseguido optar a nuevas oportunidades laborales y han conocido de primera mano una cultura contrapuesta en muchos sentidos.
¿Cómo fue esa decisión de marcharte a Letonia?
Casualmente comencé a salir con una chica letona, estaba buscando oportunidades laborales en otro país y me propuso mudarnos. Ya teníamos lugar donde vivir y aquí había trabajo, de modo que no lo dudé: me encanta viajar y además quería mejorar mi inglés y aprender idiomas.
¿Qué oportunidades laborales te ofreció este país?
A diferencia de lo que estaba acostumbrado, aquí sobra el trabajo. Los sueldos son más bajos pero también es un poco más barato vivir. Empezamos a trabajar casi nada más llegar. Hicimos algunos trabajos sueltos, después empecé en un supermercado. Gracias al traductor de Google y a mi pareja, ya que aquí nadie habla inglés, en un par de meses estaba chapurreando el idioma. Es un idioma muy difícil, con sonidos distintos, muchas palabras en ruso…Ya con cierto nivel de letón pude trabajar en una fábrica de fibra de vidrio, donde soy operario logístico. Es un trabajo difícil de aprender, muy duro y donde hay que aprender a manejar muchas máquinas, la mayoría en alemán o ruso, lo cual es toda una aventura.
¿Qué es lo que más te ha impresionado de la cultura letona y de su forma de vida?
Mi primera sorpresa fue que, al intentar comprar una de las famosas cervezas letonas, me enteré de que está prohibido vender alcohol a partir de las diez de la noche: por lo visto es una sociedad con problemas con respecto al alcoholismo. Las jornadas laborales son muy largas y duras, -he llegado a trabajar 16 horas- y sin duda lo más impresionante es el frío. Es una experiencia salir a la calle con nieve hasta las rodillas a menos treinta grados: el aire te congela los pulmones. Por eso la dieta aquí es alta en grasas. Por otro lado, el invierno no tiene prácticamente horas de luz, pero en verano es complicado dormir, pues solo hay dos horas de oscuridad diaria. La cultura de ir de bares no existe, suelen quedar en casas y en vez de ir a la playa van a lagos. La gente aquí es como el clima, muy fríos y distantes y mal hablados. Sin embargo, si consigues hacer amistad con un letón -es más fácil con las mujeres- tienes la puerta de su casa abierta para siempre.
Entre tus aficiones está la magia y el ilusionismo. ¿Has podido desarrollar allí alguna actuación?
Si viviese en la capital quizá habría sido más fácil, pero aquí es complicado. Aún así pude hacer un minishow en un bar de un pueblo cercano, aunque la barrera idiomática es importante. Además, la cultura letona gira en torno a la música, que es muy importante para ellos. No están muy acostumbrados a otro tipo de artes escénicas.
Como ex república soviética, ¿Cómo se está viviendo allí la invasión rusa de Ucrania de estos meses?
Esto es verdaderamente complejo. Por un lado existe un sentimiento muy fuerte de “rencor” (con muchas comillas) hacia los rusos. Muchos rusos se niegan a aprender letón a pesar de vivir aquí, aunque hay casos de todo tipo. En general, la población letona no ha recriminado nada a los rusos, y ahora solo se oyen críticas directamente a Putin, y no a su pueblo. Al principio hubo un poco de caos limitando el número de productos que podías comprar porque había mucho miedo, y nosotros teníamos el depósito lleno y algo de comida enlatada en el coche. Era improbable que Rusia atacase a un país perteneciente a la OTAN, pero mejor prevenir. Hay, también, un dispositivo muy amplio para acoger refugiados: tanto letones como rusos residentes aquí se han volcado con esta ayuda.
¿Qué metas y objetivos te planteas en adelante?
Actualmente estamos planteándonos dar el salto a Noruega. Tengo una amiga lagunera que trabaja allí, nos comentó las condiciones y nos pareció una buena idea. La verdad es que soy un ‘culo inquieto’ y me motiva mucho seguir viajando y conociendo otras culturas.
¿Qué es lo que más echas de menos de España en general y de Laguna de Duero en particular?
Está claro que no hay nada como charlar en tu propio idioma, los colegas, la familia… Pero si me tengo que quedar con algo es con la fiesta y el ambiente. Suena a cliché, pero como las fiestas de España no hay nada.
Con respecto a volver a España, quién sabe, puede que lo haga, pero si lo hago será dentro de algún tiempo. Aún me quedan aventuras por ahí, el mundo está lleno de oportunidades y a mí me encanta descubrirlas. Como suelen decir en Letonia: bus labi (irá bien).