3 de diciembre de 2024
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La llegada de la televisión y el teléfono a Laguna: una revolución imparable

Retrospectiva

18 de marzo de 2024

Entre los años 50 y los 70, el municipio entró, sin saberlo aún muy bien, en la era tecnológica, un momento en el que todo era novedoso y cada momento se disfrutaba de otra manera porque era único.

Ni móviles, ni tablets, ni en muchos casos televisores. Lo que hoy nos parece algo tan común como tener agua potable, hubo un tiempo en el que era ‘la novedad’, nadie sabía si era obra de una persona muy lista o del mismísimo diablo, pues de un momento a otro las personas podían comunicarse con otras a través de un cable y un peculiar aparato, y meterse dentro de una pequeña caja luminosa para llegar a todas las casas y llevarles las nuevas informaciones. En Laguna de Duero, la llegada del teléfono y la televisión se dieron casi de manera simultánea, y los jóvenes de entonces recibieron estos avances como algo tan increíble como la llegada del hombre a la luna; habían oído hablar de ellos, pero nunca lo habían tenido tan cerca.

Allá por el año 57, los primeros televisores irrumpieron en la localidad, pero no de manera masiva, sino que el primero se instaló en un bar. Por aquél entonces pocos eran los establecimientos que dejaban entrar a las mujeres, y en este caso, esa televisión solo era para el disfrute de los hombres, que llegaban para tomarse su chato de vino y disfrutar de las primeras Copas de Europa televisadas. Los chavales de entonces recuerdan que aquello se ponía “de bote en bote”, pues poder ver el fútbol sin ir a los estadios era todo un privilegio.

En los años 60, en Laguna había unos cuatro televisores, pocos de ellos para uso privado de una familia, así que, para ver el fútbol o los noticiarios, los vecinos seguían acudiendo al bar. Pero, ¿y antes de eso? ¿cómo se entretenían o se informaban de lo que pasaba fuera del pueblo? Uno de los pasatiempos, según recapitula una vecina, era sentarse junto a las mujeres mayores que, mientras cosían, escuchaban las novelas en la radio. Asimismo, la información llegaba de la mano del alguacil del pueblo, con un toque de trompeta y aquella mítica frase de: “Se hace saber…”, un momento que los laguneros esperaban con ansia para enterarse las novedades.

Pero el ‘no va más’ llegó en el 67, cuando la centralita de teléfono se estableció en Menéndez Pelayo -en Casas Nuevas-, y el cartero –que hasta entonces había sido algo así como el WhatsApp de la época- pasó a un segundo plano, pues por fin la comunicación podía ser instantánea.
Carmen Velasco fue de las primeras operadoras en Laguna, pues el alcalde de la época, Pedro González, encomendó a su familia esta tarea, y durante 16 años su trabajo diario era el de conectar clavijas para comunicar a los vecinos, y cuando la lamparita se encendía, Carmen preguntaba el número con el que se deseaba hablar y lo conectaba. “Normalmente no se sabían el número y te pedían conectar con el bar o con fulanito, y tú tenías que saber el número o, si no tenían teléfono, ir a su casa a dejarles una nota de aviso de conferencia para que se acercaran al locutorio”, recuerda.

Algunos de los vecinos que vivieron esa época afirman, entre risas, que “la privacidad brillaba por su ausencia”, ya que ya fuera una llamada con algún vecino o una conferencia con otra ciudad, las telefonistas escuchaban todas las conversaciones, así que los secretos aún se dejaban para las cartas.
La central de Laguna contó con casi 400 abonados y gestionó, además, otros once pueblos –Boecillo, Viana, Villanueva de Duero, Valdestillas, Aldeamayor de San Martín, Aldea de San Miguel, La Pedraja de Portillo, Arrabal, Portillo y Mojados-, hasta que en 1983 los teléfonos se automatizaron y las operadoras se quedaron sin trabajo. Es curioso que, precisamente, ese mismo año, se presentaba a nivel mundial el primer teléfono móvil.
Pioneros en el uso de aquellas nuevas tecnologías, los laguneros más veteranos mantienen que, aunque se ha ganado mucho con los avances, también se ha perdido por el camino, pues tener televisión o teléfono era un privilegio con el que pocos contaban, y por ello se valoraban mucho más aquellos momentos únicos que, hoy en día, están al alcance de todos y han perdido todo ápice de novedad.

▪ En la parte superior, una de las primeras televisiones que llegó a Laguna de Duero, situada en el bar de ‘Torín’ (Fotografía de Maribel Benavente). En la parte inferior, Carmen Velasco y Pilar Enjuto, trabajando en la antigua centralita telefónica.

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