Laguna corre por la sangre de Alexandra Benavente, pero su vocación científica le llevó hace quince años a la gran manzana, donde investiga y da clases en la Universidad de Nueva York sobre la miopía y los estímulos que llevan a su degeneración.
Originaria de una de las familias más conocidas de Laguna de Duero, la carabina Alexandra Benavente voló del nido hace 21 años, cuando tras terminar sus estudios de Óptica y Optometría en la Universidad de Valladolid -y ejercer durante dos años en la ciudad- sus ansias de enriquecer sus conocimientos la llevaron a Reino Unido para realizar un máster que despertaría su lado investigador y le haría poner el ojo, y nunca mejor dicho, en el campo de la miopía. Y este interés fue el que le hizo recalar hace quince años en la gran manzana, donde ejerce como profesora en la Universidad de Nueva York y concentra sus esfuerzos en investigar y saber más sobre la miopía.
“Este campo en el que me centro es fabuloso, y fue gracias a un científico biólogo, que me propuso hacer una estancia postdoctoral en Nueva York, y no dudé en aceptarlo”. Así, Alexandra da clases de introducción a la optometría, óptica oftálmica, óptica integrada, exploración optométrica, patología ocular e investigación en ciencias de la visión, y admite que, aunque el cambio de diplomatura a grado hizo que hace unos años los planes de estudio en España se asemejaran a los de Estados Unidos y Reino Unido, es cierto que “en EEUU cada vez son más los que completan una residencia al concluir la carrera para profundizar y especializarse en un campo concreto, algo que en el futuro puede que sea obligatorio en la formación americana para adquirir un mayor rango y calidad de conocimientos, y que estaría bien que España lo incorporase en el futuro”.
Pero además de la educación, la principal diferencia que notó la lagunera en los países anglosajones es “su amplia diversidad cultural”. “Pasé de convivir solo con españoles a hacerlo con gente de todos los rincones del mundo y a disfrutar descubriendo sus tradiciones y costumbres”, pero señala, entre risas, que “el cariño y el humor que tenemos en España es único, y cuando bajó del avión empiezo a respirar más tranquila”, pues, según admite, otro de los grandes matices que separan ambas culturas es la percepción “tan diferente” que tienen los estadounidenses del contacto físico, la familia y la priorización del tiempo.
“En EEUU el contacto físico está menos generalizado, el concepto de familia es menos tradicional y más diverso, y son más propensos a dedicar la mayor parte del tiempo a trabajar y no tanto a socializar”.
Pese a estos puntos de vista contrapuestos con nuestra cultura, Alexandra afirma que ella “es muy feliz” y que su trabajo y familia la tiene absorta. Revela que su campo, la miopía, es “muy interesante”, ya que esta dificultad de la visión de lejos es considerada una epidemia mundial ligada a “que en los últimos cincuenta años hemos migrado de forma masiva a las ciudades y dedicamos gran parte del día a realizar tareas de cerca en el trabajo, con ordenadores y teléfonos móviles sin luz natural; unos hábitos visuales que coexisten con el hecho de que nuestra genética nos hace cada vez más propensos la miopía”.
Por ello, en este momento su investigación se centra en el estudio de los estímulos visuales que llevan a la miopía, y en los cambios oculares que preceden a la degeneración miópica causados por el agrandamiento del ojo y el consiguiente estiramiento del tejido ocular, un problema que, en unos años y según advierten las cifras, “hará que el número de miopes se multiplique, traduciéndose en un elevado número de pacientes con ceguera”. Así que su tarea es profundizar en este padecimiento para poder “entender cómo funciona y poder concluir en alguna solución o tratamiento”.
De este modo, concentrada en su investigación y con la añoranza de su familia y amigos que “me apoyan incondicionalmente y me hacen sentir en casa en la distancia y cada vez que vuelvo”, la lagunera comenta que “hay que luchar por lo que te hace feliz. Dejarlo todo, marcharse solo, y empezar de cero en otro país o continente no es fácil, pero si eres honesto contigo mismo y haces lo que te apasiona, merecerá la pena”.