30 de octubre de 2024
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«En los países nórdicos echas de menos hasta el barullo en las calles, aquí todo el mundo va abstraído»

Laguneros por el mundo

13 de noviembre de 2023

Rodrigo Herrera ha estado dos años viviendo en Finlandia y Alemania, estudiando un máster en Ingeniería Forestal, dos países a los que no descarta volver para trabajar.

El fin de la carrera y la situación incierta de encontrar un trabajo estable lanzaron hace dos años al lagunero Rodrigo Herrera Sanz a la aventura nórdica. Tras estudiar el Grado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural, el joven se planteó cuáles eran sus alternativas una vez terminados sus estudios universitarios; seguir estudiando y hacer un máster o buscar empleo. Finalmente, la elegida fue la primera opción, y mediante el programa Erasmus Mundus dio con el máster en Gestión Forestal. “En este plan te ofrecían pasar un año en un país, otro año en otro y tres meses de prácticas en un tercero, y como ya había estado en Finlandia durante el Erasmus de la carrera y me había gustado, lo solicité”.

De este modo, el ingeniero puso rumbo a Finlandia durante el primer año, para luego pasar tres meses en Noruega y un año más en Alemania. Aunque ya conocía las costumbres finesas, el lagunero admite que al principio adaptarse le costó “un poco”. Comenta que las bajas temperaturas y las pocas horas de luz en algunos momentos del año eran duras, pero que se lleva bien cuando tienes una rutina y no dejas que esos detalles te afecten. Sin embargo, asegura que lo más complicado eran las relaciones personales. “Los nórdicos son personas frías que tienden mucho a aislarse. Puedes estar todo un año con una persona en clase y no cruzar palabra, no es que tengan algo en tu contra, sino que ellos creen que así respetan tu espacio personal”, una peculiar costumbre que según Rodrigo también se refleja en el día a día, ya que incluso en el autobús, tiendas o gimnasios “lo normal es que nadie hable y todos estén a sus cosas”.

Admite que lo que más ha echado de menos durante este tiempo fuera de España es “el barullo en la calle, estar en tu casa y escuchar a la gente hablar mientras pasea, o sentados en una terraza”, pues según recuerda el silencio era la tónica principal de las calles finesas, tanto que en los meses de más frío se podían ver calles totalmente vacías. Asimismo, señala que en Alemania socializar era más sencillo, pero que tenía que medir mucho cada cosa que decía y el tono que utilizaba. “Son personas muy fáciles de ofender, pero ellos no te lo van a decir ni tú lo vas a notar. No expresan sus emociones como nosotros y no actúan de una forma real, sino que siempre intentan que todo vaya bien, aunque en realidad estén enfadados contigo”.
Pero aunque los habitantes de estos países sean “muy suyos”, Rodrigo explica que algo que ayuda a adaptarse mejor es la comunidad internacional. “Yo he vivido con brasileños, nigerianos, peruanos, otros europeos… y eso ha hecho muy fácil el estar en un país como Finlandia, rodeado de fineses, pero con gente que más o menos funciona como tú”.

En cuanto al idioma, el joven ingeniero relata que, a pesar de que en estos países cuentan con su idioma oficial, con el inglés se ha manejado a la perfección, y reconoce que su tendencia era “huir” de los españoles o de las personas de habla española, ya que considera que “si haces un máster internacional y hablas todo el día en tu lengua, pierdes la oportunidad de mejorar el idioma extranjero”. Sí que señala que en Finlandia ofrecían clases de finés, “pero es una lengua única en el mundo y muy difícil de aprender, así que te sirve con un nivel básico para desenvolverte en las tareas del día a día”.

Costumbres contrapuestas

A diferencia de España, Rodrigo confiesa que algo que le llamaba mucho la atención de estos países es la falta de cultura gastronómica, pues según cuenta, en Finlandia no tienen comida típica. “Tuve un compañero finés al que le preguntaba que cuáles eran los platos tradicionales, y lo único que me decía es que utilizaban mucha patata en sus comidas. De hecho, ni siquiera tienen restaurantes típicos o es muy difícil encontrarlos, porque ellos tienen la idea de que si pagan por comer lo hacen por algo que no puedan cocinar en casa”.
Asimismo, otra de las cuestiones que le chocó es el tema educativo, reflejo de esa personalidad independiente, ya que “el sistema promueve el estudio personal, el pasar el día en la universidad pero no con profesores y trabajando en grupos como aquí, sino más individualizado, pasar la jornada en la biblioteca, investigando, leyendo…”. Una manera de ver la educación que ofrece a los estudiantes “mucha más libertad”, mientras que en Alemania “el sistema es muy parecido al que tenemos en España”.

Futuro incierto

Tras finalizar el máster en septiembre, Rodrigo ya está de vuelta en Laguna, aunque espera que no sea por mucho tiempo, ya que se encuentra buscando empleo de manera activa y sabe que su nicho de trabajo está en el extranjero. “Cualquiera de los países nórdicos, Alemania o también Irlanda, son destinos a los que no me importaría trasladarme de manera permanente, ya que se adaptan mejor a lo que yo he estudiado. Son lugares con mucho bosque y en mi sector son el top porque también tienen mucha investigación”, una característica esta última que es la que más le atrae, pues con el máster se ha centrado en la investigación e implementación de nuevas tecnologías en el medio natural, como el uso de drones o de una máquina llamada LiDAR que se encarga de escanear el bosque y analizarlo en el ordenador para facilitar el estudio de las distintas estructuras y tratamientos que se pueden hacer.
En este sentido, el lagunero comenta que España “no está muy desarrollada” en cuanto al tema forestal, y menos de manera privada. “El empleo está en el sector público y para ello hay que opositar, y eso no me llama mucho la atención, y lo que hay de carácter privado son compañías pequeñas que no tienen margen de contratación o inversión de capital”. “Así que como aún soy joven quiero seguir probando suerte fuera”, sentencia.

Herrera explica que vivir en el extranjero este tiempo ha sido una “experiencia muy enriquecedora”, y comenta que no solo le ha ayudado a ver las cosas buenas y malas de su propio país, sino que también ha tenido la ocasión de conocer las oportunidades que hay fuera, de relacionarse con mucha gente de su sector, pero también de otros, y de países muy diversos, lo que le ha ayudado a saber de primera mano cómo funcionan esos otros países, las dificultades que tienen y también las oportunidades.

Además, en lo personal le ha enseñado a manejarse solo en un país extranjero en el que, según dice, “tienes que ser autosuficiente para saber gestionar tu economía, buscar alojamiento, aprender a cocinar si no sabes… en definitiva es una vivencia que te enseña a sobrevivir solo y te ayuda a crecer mucho como persona”.

Por ello, no duda en animar a seguir sus pasos a todo aquel que quiera experimentar otras culturas y países al tiempo que crece de manera personal, pero matiza que “hay que hacerlo con cabeza”.

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