El arquitecto boecillano fue seleccionado para participar en la muestra internacional ‘Manos de la Arquitectura’, un homenaje fotográfico a los profesionales más prometedores del país
Tras una infancia marcada por el oficio familiar de la construcción y con una gran afición por el dibujo, Julio García González (1989, Boecillo) decidió en 2010 empezar la carrera de arquitectura en Valladolid: “Me críe entre obras y planos, por lo que siempre tuve claro que quería ser arquitecto”. Tras licenciarse, en 2017, tardó menos de un mes en darse de alta como autónomo y empezar su andadura profesional. Después de tres años en el sector, Julio creó su propia empresa en 2020, la cual ha ido creciendo progresivamente “gracias a su mejor marketing: el boca a boca de los clientes”.
En marzo de 2021, mientras creaba su nueva empresa, un grupo constructor de Madrid le invitó a participar en un concurso para construir una vivienda de lujo. Aunque no ganó con su proyecto, la empresa se fijó en su modo de trabajo y le dieron un importante mérito a su obra. Así, en octubre del pasado año, Julio recibió una invitación para participar en la exposición ‘Manos de la Arquitectura’, un homenaje fotográfico a los arquitectos más importantes de España, así como a ocho jóvenes figuras de la construcción, el diseño de interiores y la arquitectura.
Además de nuevas promesas como MRGO, Fran Silvestre o Joaquín Puget, Julio coincidió en Madrid con algunos de los mejores arquitectos de España, como Alberto Campo Baeza, Premio Nacional de Arquitectura en 2020; Carlos Lamela, conocido por sus proyectos en el Bernabéu o la T4 de Barajas; o Rafael Moneo, galardonado con el Premio Pritzker de arquitectura. “Cuando me llamaron para participar creí que era una broma, y una vez allí fue extraño codearse con arquitectos que estudiaba durante la carrera”, admite Julio.
La exposición, organizada por el Grupo Cosentino y comisariada por la revista Fearless, cuenta con cuarenta fotografías de más de cincuenta figuras de la arquitectura, el diseño y la construcción. La exposición itinerante de estas fotos ha viajado por Madrid, Barcelona y Miami y los beneficios de su venta se destinarán a la ONG Kind Surf de la modelo Almudena Fernández.
Respecto al emprendimiento, el experto en arquitectura residencial admite lo siguiente: “Es algo que debes tener claro y no autoimponerte. El secreto de nuestro éxito ha sido no engañar a la gente y decirle las cosas como son. A veces soy el malo de la película porque digo lo que no dicen los demás arquitectos: lo que cuestan las cosas y los gastos a mayores que no se suelen tener contemplados”.
Los proyectos a los que más cariño les guarda el boecillano no son los más premiados, sino la vivienda de sus abuelos, rediseñada en el centro de Boecillo, y la Casa Roca, que está en construcción ahora y es con la que empezó como profesional. El proyecto más importante que tiene actualmente son 72 viviendas unifamiliares en Argoños, Cantabria. Según Julio, el cliente es su inspiración: Ellos tienen que poner las premisas y ha de existir una buena química entre nosotros, y después siempre intentar conseguir el equilibrio entre lo estético y lo económico.
El boecillano considera la arquitectura desde un punto de vista más técnico que artístico, aunque tiene siempre el sello de cada profesional: “Ciertos arquitectos tienen una variante más artística, sin embargo la arquitectura es la relación entre del entorno, ligada a la naturaleza, el arraigo del lugar y la mirada propia de cada uno”. “En la carrera se enfocan a formar un arquitecto en el mundo, y muchas veces la pequeña escala se pierde, debería de existir una asignatura de trato con el cliente. La arquitectura no es realista con la profesión general, es muy exigente. Muchas veces hay que ajustarse a los requisitos económicos del cliente y en la carrera se deja de lado este factor en pro de la estética”, considera el boecillano.
Con respecto a la reducción del número de estudiantes de arquitectura que se está produciendo, Julio comenta lo siguiente: “La carrera no es difícil si te gusta, pero es muy sacrificada. Hay que ser muy constante, nosotros nos tirábamos trabajando noches enteras y hemos ido sin dormir a varias entregas. Mi promoción empezó la carrera en plena crisis, pero si tienes motivación y te mueves hay salidas”. El ejemplo de esta motivación es el propio Julio, quien cuenta actualmente con dos estudios, uno en Boecillo y otro en Valladolid, y con un equipo que crece poco a poco y que combina arquitectura, diseño, construcción y economía, para que el cliente final siempre termine satisfecho.