26 de julio de 2024
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“La perspectiva de la medicina deportiva ha cambiado radicalmente en estos años”

¿Quién vive aquí?

14 de marzo de 2021

Pablo Grande Clavero ha sido el jefe los servicios médicos del Real Valladolid durante once años. Ahora, compagina su consulta privada mientras ejerce como médico en el Recoletas Atlético Valladolid de balonmano y en la factoría de Renault.

Nacido y criado en Laguna de Duero, el doctor Pablo Grande nos abre la puerta de su lado más personal como profesional sanitario ligado al mundo del deporte desde el año 1995. Estudiante prolijo de colegios como ‘El Deposito’, San Agustín o Maristas, decidió cursar la carrera de medicina en la Universidad de Valladolid. Una vocación que tiene una raíz familiar, pues su padre fue el practicante de la localidad durante muchos años. “Me decanté por la medicina gracias a mi padre, ya que en casa lo había mamado, aunque por ejemplo a mis hermanos no les dió por esta rama. Es una profesión muy vocacional. Me especialicé en la medicina deportiva por mi inclinación al deporte de siempre. Fui jugador del C.D. Laguna y los deportes siempre me han gustado. También, por casualidades de la vida, una vez terminada la carrera, contacté con determinada gente vinculada al mundo del deporte, sobre todo de la Federación de Atletismo de Castilla y León, donde di mis primeros pasos. Luego todo en la vida son contactos y empezar a conocer gente, por lo que también tuve vinculación con otros deportes”, subraya Pablo.

Relata cómo en esos primeros años de toma de contacto con la profesión estuvo al cargo de deportistas internacionales tan relevantes como Marta Domínguez, Abel Antón, Fermín Cacho o Mayte Martínez. “Eso me fue aportando experiencia y gracias a uno de los traumatólogos del Real Valladolid, el Dr. Manuel Álvarez, entré a formar parte de la familia blanquivioleta en el año 2003. En ese momento no me lo pensé mucho, porque el fútbol me encantaba y era como un sueño cumplido”.

Esta etapa en el nuevo José Zorrilla duró once años (2003-2014). “A nivel mediático el fútbol no tiene nada que ver con los demás deportes. Si a eso le sumas que has vivido épocas muy buenas con muchos años en primera división visitando estadios importantes y codeándote con los jugadores que están todo el día en la palestra, es otro mundo. Todo tiene sus pros y sus contras, ya que en el fútbol también estas mucho más expuesto a nivel público y te caen palos por todos los sitios aunque no quieras y con una disponibilidad plena a tu trabajo. Yo lo llamo como un Gran Hermano donde parece que no existe otra cosa, aunque vives experiencias que son únicas. Ahora en el Balonmano puedo decir que todo es mucho más familiar y llevadero”, declara.

Entre los momentos grabados en su retina, se queda con el año del ascenso con Mendilibar en la temporada 2006-2007. “Recuerdo que fue una temporada en la que todo salió bien, y todo iba rodado. Además ascendimos muy pronto, en el mes de abril, lo que nos llevó a vivir las celebraciones con un grupo que era extraordinario y en el que hoy por hoy guardo grandes amistades”.

Como amante del deporte y de la medicina en particular, deja la puerta entreabierta ante una posible vuelta al fútbol. “En esta vida nunca se puede decir nunca. A día de hoy diría que no, aunque el fútbol tiene muchas cosas buenas y otras no tanto. Una de ellas es renunciar a la familia. Como anécdota en aquellos años, mi mujer paseaba por Laguna y le preguntaban que si se había separado porque nunca estaba con ella. Es cierto que hoy por hoy la ilusión sigue intacta y mantengo muy buena relación con el club. Cuando salí del Real Valladolid tuve varias ofertas de equipos de primer nivel, y las rechacé. Soy una persona muy apegada a mis raíces y tampoco he tenido la necesidad de salir”.

Por sus manos han pasado prolíficos jugadores como Caminero, García Calvo o Borja Fernández, entre otros. De entre todos, Pablo reserva un espacio muy especial al caso de German Hornos. “Recuerdo ese 25 de diciembre de 2004, saliendo de ver el Belén Viviente en el Cascajo, me llamaron para decirme que había tenido un accidente de tráfico gravísimo. Me comentaron que estaba en coma y que podía morir. Gracias a dios pudo salir y en febrero volvió a Valladolid con unas secuelas bastante importantes. En ese momento todo el servicio médico nos involucramos personalmente en su recuperación, lo que le llevó a reintegrarse al fútbol”, declara Grande.
El cambio que ha sufrido estos años la medicina deportiva es palpable. “Lo que se ha hecho ahora es especializarse mucho más. En mi primera etapa con el Real Valladolid estábamos un fisioterapeuta y yo. Ahora por ejemplo en el staff técnico médico hay varios fisios, un psicólogo, un nutricionista… todo en aras de la individualización del tratamiento y a la preparación del deportista. Ahora los trabajos de prevención forman parte prioritaria en la formación del jugador, donde los clubes han tomado conciencia de la importancia de los servicios médicos”.

En la actualidad cuenta con una consulta personal (TraumaMed) en la calle María de Molina. “Ahora tengo una vida más estable con unos horarios a los que atenerme. También pertenezco al servicio médico de Renault, donde dedico media jornada a la empresa”. Además, un par de días a la semana acude a los entrenamientos del BM Valladolid, además de asistir a los encuentros.

Como médico es pregunta obligada una valoración actual de la pandemia. “Dentro de la fatalidad siempre he sido muy optimista. Una de las cosas que sí que acerté es cuándo tendríamos la vacuna, aunque otro punto es cuando nos tocará recibirla a cada uno. Creo que este año va a ser un año crucial y espero que veamos la luz en primavera-verano. No vamos a estar como hace dos años pero sí veremos que la vida nos va a cambiar. Habrá más olas, pero no de la intensidad de estas primeras”.

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