Marta San José es graduada en Lenguas Modernas y sus Literaturas, y desde hace ocho años vive fuera de España. Francia y Alemania han sido algunos de sus emplazamientos, y hace un mes que reside en el continente africano difundiendo la lengua y la cultura española en universidades y centros de enseñanza superior.
Amante de la traducción y de la enseñanza, la lagunera Marta San José salió de España hace ocho años para poder desarrollarse profesionalmente en estas disciplinas y mejorar sus conocimientos en idiomas, una labor que ha desempeñado en varios países de Europa, como son Francia y Alemania, y que en la actualidad realiza en Cabo Verde, donde trabaja como lectora de español «difundiendo la lengua y la cultura española con el fin de cooperar en el fortalecimiento y desarrollo académico de los estudiantes».
«Aunque estudié lenguas modernas no dominaba ni el francés ni el alemán, que fue en lo que me especialicé, así que decidí que lo mejor era irme fuera y trabajar en países nativos mientras aprendía los idiomas», explica. De este modo, pasó un año en Martinica y cinco en Colonia, donde revela que hay muchas diferencias culturales, «especialmente en lo social». «Es cierto que profesionalmente hablando Alemania es un país en el que es muy fácil desarrollarse, ya que no tienen tanto en cuenta los títulos como en España, puedes probar distintos sectores y sus derechos laborales son muy buenos». Sin embargo, señala, que si algo le chocaba mucho de esta sociedad es que «la espontaneidad no entra en su vocabulario». «Eso de salir de trabajar e ir a tomar algo con tus compañeros era inviable si no lo habías planeado con un par de semanas de antelación». Además, añade que «la falta de disfrute de la comida como lo hacemos los españoles es algo que también me llamaba la atención».
Por su parte, el país galo le hizo ver «el espíritu reivindicativo» de las personas que allí vivían. «Cuando están en desacuerdo con el gobierno no guardan pereza en montar revueltas y protestas, incluso algunas violentas, hasta que consiguen llegar a un trato, y eso me llamó bastante la atención».
De la misma manera, y aunque lleva poco tiempo en el país, apunta que en Cabo Verde la gente es «mucho más abierta, aunque en lo profesional tienen demasiada paciencia, todo va muy lento y nadie se estresa por nada, lo que dista mucho de lo que llevo viendo estos años en los alemanes». Aunque si tiene que poner un pero a los caboverdianos es la visión que tienen de la mujer en la cultura, pues según revela, «cuando les cuento que estoy aquí sola y que no tengo marido, ni hijos, se sorprenden mucho».
Pero si algo tiene claro es que cada uno de estos países le ha ofrecido «experiencias únicas y momentos muy bonitos». «Cuando sales de España es importante hacerlo con la mente abierta y dejar los prejuicios de lado y las comparaciones, simplemente adaptarse al nuevo sitio, porque es de la manera en la que vas a disfrutar de conocer otras culturas, perspectivas, estilos de vida… y no solo de los nativos, sino también de otros extranjeros que también están allí ganándose la vida». En su caso, sostiene que estas vivencias le han hecho «desarrollar una mayor empatía y adaptabilidad, mayor estabilidad económica, y he tenido la oportunidad de construir amistades con personas de diversas partes del mundo».
Asimismo, Marta reseña que a la hora de manejarse con los distintos idiomas el que más le ha costado es el alemán. «En Cabo Verde ahora mismo me manejo en ‘portuñol’, mezclando el portugués y el español, y las personas de mi alrededor me están enseñando criollo. El francés tampoco me costó mucho aprenderlo, pero el alemán es una lengua complicada con la que no me he sentido cómoda hasta pasados tres años, ya que da mucha rabia que los alemanes te hablen en inglés en cuanto escuchan una pronunciación con acento, lo que dificulta la práctica».
Sin embargo, la lagunera se siente «feliz» por haber podido vivir en estos países y lo que ello le ha aportado, aunque admite que ya echa de menos España y tiene ganas de volver. Eso sí, no duda en animar a cualquiera a seguir sus pasos, pues existen muchos países «con condiciones laborales y oportunidades mucho mejores que las de España para poder pasar un tiempo allí». Y es que la joven es de las que piensa que «no hay que quedarse con las ganas», y sentencia que para ella «vivir en el extranjero es una experiencia enriquecedora que ha moldeado tanto mi identidad personal como mi carrera profesional».