Entrevistamos a Julián Castro, el aficionado a la canción que cada día actúa desde su balcón de la Avenida de Madrid para levantar el ánimo a los laguneros
Lo que para Julián Castro era una simple afición musical, ha terminado por convertirse en un chute de moral para muchos laguneros. En medio de una crisis sanitaria que les ha confinado en sus casas por veinte días, muchos de ellos, vecinos de la Avenida de Madrid, se asoman a sus balcones y ventanas, a última hora de cada tarde, para olvidar sus inquietudes, por unos minutos, gracias a sus canciones. Es el único objetivo de este lagunero aficionado a la música, sobre todo a los pasodobles y rancheras más clásicas.
Su familia era dueña de ‘El Pato de Oro’ y, a gracias a las constantes actuaciones en comuniones y bodas, Castro se fue aficionando, desde niño, a este género. «Tengo mi piano y mi micro y me gusta hacer versiones, siempre como hobby y sin intenciones de profesionalizarme», afirma a Laguna al Día, destacando que «no tengo ánimo de lucro ni interés en darme publicidad, mi único propósito es animar a mis vecinos».
Con esta intención, y desde hace ya cinco días, el lagunero decidió usar su talento «para transmitir un mensaje positivo día tras día». «Veía todas esas ventanas cerradas e imaginaba que detrás de ellas habría gente pasándolo mal, como estamos todos, y me decidí», apunta Castro, quien insiste en que «el primer día me costó mucho salir, estaba muy nervioso». A pesar de todo, se dio cuenta de que la gente aplaudía, lo que le motivó para seguir actuando.
«Soy consciente de que esto no es ninguna fiesta, es algo que afecta a todos, pero la vida a veces da golpes y hay que levantarse y seguir hacia adelante», afirma el cantante. «Hay mucha gente pasándolo mal, con sus familias lejos, con la incertidumbre económica y laboral, pero la vida continúa y hay que poner la mejor cara posible», agrega. En este sentido, destaca que «también pido su consideración a las personas a las que pueda no gustarles, no es mi intención molestar y las respeto, son solo unos minutos para hacer disfrutar a la mayoría y dejar un buen sabor de boca pese a todo».