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Laura Sanz: “Deberíamos replantearnos muchas cosas y valorar lo realmente importante”

Laguneros por el mundo

10 de mayo de 2022

La lagunera Laura Sanz trabaja como médica pediatra en Lamu, un pequeño pueblo de la zona oriental de Kenia, donde colabora apoyando a los servicios locales.

Gracias a su vocación por la medicina, Laura Sanz ha encontrado la motivación suficiente como para lanzarse a vivir una experiencia profesional y vital sin comparación. Desde principios de marzo, la lagunera trabaja apoyando a los servicios médicos locales en Kenia, a cuyos profesionales ayuda para que sean autosuficientes en un futuro.

¿Siempre has querido ser médica?

Si, es algo vocacional, ya que nadie de mi entorno cercano lo es. Durante mi adolescencia competía en varios deportes y especializarme en medicina deportiva fue la primera idea que se me pasó por la cabeza, pero una vez entré, se abrió un abanico de posibilidades que hasta entonces no me planteaba. Al final me decidí por pediatría y, sin duda, ha sido la mejor elección que he hecho.

Cuando empezaste la carrera, ¿pensabas que acabarías donde estás ahora?

En absoluto. Cuando empecé la carrera pensé que no la acabaría nunca (ríe). Entrar en la carrera no es fácil, y una vez dentro la situación no mejora. Te esperan seis largos años, en los que muchos días te planteas dejarlo, pero como todo en la vida es una cuestión de insistencia y de creer en lo que estás haciendo: al final la acabas. Finaliza la primera etapa, entonces llega el examen MIR, la primera oposición. Cuando sacas plaza y consigues la especialidad que quieres, ahí si que ves que todo ha merecido la pena. Y si he de ser honesta, al principio de esta historia nunca pensé que acabaría siendo pediatra en Salamanca y mucho menos que esto me llevaría a ejercer como pediatra en un hospital de Kenia.

¿Cómo tomaste la decisión de irte a Kenia?

Salir al extranjero a formarme ha sido una idea que siempre ha rondado en mi cabeza. Durante el período formativo de la residencia nos especializamos en nuestra rama, la pediatría en mi caso, pero dentro de esta hay multitud de subespecialidades. Las enfermedades infecciosas me apasionan y vi en Kenia la posibilidad de ampliar mi conocimiento sobre ello. Además, ya había realizado otros proyectos de cooperación humanitaria (no sanitaria) en el pasado, y tenía ganas de enfrentarme a un reto de este calibre. Fue con la ayuda y guía de mi tutor y otros médicos de mi servicio, los que establecimos un proyecto formativo y comenzamos con el papeleo y la burocracia. He de reconocer que he tenido momentos de vértigo hasta que todos los documentos estuvieron confirmados, sellados y firmados.

¿En qué parte del país vives y cuánto tiempo llevas?

Llegué a principios de marzo con una visa temporal para poder ejercer en territorio keniata durante un mes y medio, antes de finalizar la residencia. Estoy en Lamu, que es un pequeño pueblo de una pequeña isla del mismo nombre, en la zona más oriental de Kenia, donde se encuentra una de las comunidades swahilis más antiguas del país.

¿Cómo fue tu proceso de entrada en el país?

Muy largo y tedioso. Primero hay que contactar con las ONG que operan en el país y consultar cual de ellas tiene un programa sanitario acorde a tus características. Una vez encontrado el puesto se procede a acordar las fechas de la estancia, por lo que hay que solicitar el permiso en el hospital de origen al cual pertenezco y posteriormente a la Gerencia Regional de Salud. Una vez solucionado el aspecto español toca la visa y documentos del país que te recibe, es decir, unos meses más de trámites. En medio de todo esto llega una pandemia, todo se paraliza y estamos a expensas de las necesidades y situación sanitaria del país. Sinceramente no ha sido sencillo, pero considero que ha merecido la pena el esfuerzo.

¿Qué fue lo que más te sorprendió a tu llegada?

Todo se sale completamente de tus esquemas, pero destacaría la pobreza extrema. Más de la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza. El pueblo en el que estoy se sufren cortes de agua casi semanales, no todas las viviendas tienen agua corriente ni electricidad y hasta un tercio de la población infantil no puede ir a la escuela. Parece increíble que en el año 2022 estas cosas sigan sucediendo.

¿Cómo es un día de trabajo normal para ti en Kenia?

Soy una de las responsables del proyecto de campo y consultora de los médicos locales. Aunque sobre el papel soy la figura responsable, la realidad es que somos un equipo y el aprendizaje es mutuo: debatimos todos los casos juntos, organizamos sesiones formativas…Estoy participando en un proyecto dirigido por la Fundación Pablo Horstman basado en prestar asistencia en el área pediátrica del hospital público del condado. La idea es formar al personal sanitario local y darles las herramientas para ser autosuficientes en el futuro. Trabajamos todas las mañanas en el área de neonatología, maternidad y pediatría. En España habría un equipo de trabajo para cada área, en nuestro caso somos un equipo reducido de cinco personas, tres médicos locales, una enfermera española y yo. La carga de trabajo es muy elevada y el calor no facilita nuestra tarea. Además, los recursos materiales son muy escasos y tenemos que manejar a niños muy graves con los medios disponibles, muy insuficientes en muchas ocasiones. Estamos conviviendo con los niños de un orfanato de otra ONG española y solemos pasar tiempo con ellos, son una caja de sorpresas. Además, siempre que podemos nos escapamos a descubrir una nueva playa paradisíaca o a disfrutar de los atardeceres más bonitos que he visto nunca.

¿Cómo se ha vivido el Covid-19 allí?

Con muchas más dificultades debido a la escasez de medios. Frente al aumento de casos el gobierno cerró fronteras, colegios, confinó ciudades, estableció toque de queda… todas estas medidas nos suenan. Pero la repercusión económica ha sido terrible, considerando la situación basal de extrema pobreza. La vacuna ha llegado al país, pero la tasa de vacunación es del 15%. Aunque existen campañas de vacunación, la información no es accesible a todo el mundo, y en el mejor de los casos, si la información ha llegado, no siempre hay una buena compresión de la misma. Estamos hablando ya de temas tan importantes como la inmunización básica del calendario vacunal infantil.

¿Qué echas de menos y cómo te planteas tu futuro?

Echo de menos cosas básicas, como poder darme una ducha sin preocuparme por gastar demasiada agua, o más variedad en la comida: nuestro menú se basa en arroz, pasta, patata o chapati (pan plano de harina de trigo), aunque solemos probar algo de fruta, carne o pescado. Cuando acabe esta experiencia tengo que volver a Salamanca a terminar la especialización de pediatría, pero siendo tan enriquecedora como está siendo esta viviencia, seguro que me planteo repetirlo en algún momento.

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