21 de noviembre de 2024
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‘El Cambio Climático’, por Delfín Lozano

Opinión

25 de julio de 2022

 

No solo los gobernantes y los grupos económicos son los culpables de la contaminación, sino también el conjunto de la sociedad

Posiblemente la utilización de este concepto sea equivocado o se quiera intentar conseguir que las nuevas generaciones se mediaticen con algo que, sin ser mentira, no se da una correcta explicación ni del problema creado, ni de las posibles soluciones.

Mucho se habla del cambio climático, pero quizás habría que comenzar indicando que este problema tiene dos partes bien diferenciadas: una, que es una cuestión cíclica de la atmósfera, que aunque se pueda reducir su velocidad, nadie la puede obviar, y otra, la contaminación, que por muchos caminos está desarrollando el ser humano.

Maxx Dilley, director de la Organización Meteorológica Mundial, dice que si pudiéramos corregir todas las emisiones hoy, el clima, que es un producto de la situación de la atmósfera, continuaría evolucionando hasta que aparezca un nuevo equilibrio atmosférico, y Mario Picazo, experto en cambio climático, dice que este no se puede revertir, pero sí desacelerarlo, lo cual cuestiona muchas de las tonterías que sobre el tema se manifiestan.

El denominado cambio climático lleva en el universo desde la última glaciación, pero la excesiva contaminación, que comenzó a plantearse sobre el Siglo XVIII, mata al año a unas siete millones de personas, por lo que lo imperante sería eliminar la contaminación y preparar la Tierra para lo que indiscutiblemente está llegando, que como es inevitable, hay que tomar las medidas necesarias para mantener la vida en la Tierra.

Además de las muertes humanas, los mares reciben anualmente unas trece millones de toneladas de plásticos, habiéndose incrementado su producción en los últimos años en un 600%. Esto afecta a más de 100.000 especies marinas, lo cual, unido a la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el consumo exacerbado de la sociedad, la exagerada movilidad y toda actividad cuyo desarrollo implique contaminación, nos lleva a una situación con la que la Tierra no puede continuar.

Se dice que con esta situación de calentamiento del planeta se pueden extinguir un tercio de las especies animales y vegetales, pero lo alarmante es que solo con la contaminación existente ya se está superando.

En la actualidad un porcentaje elevado de la energía se sigue generando en base a la utilización de combustibles fósiles, es decir, con carbón y petróleo, y para conseguir una recuperación económica aceptable se continúa con unas ayudas económicas de seis veces más al mantenimiento de las energías generadas por los combustibles fósiles que a las renovables.

Después de llevar desde el año 1972, o sea, más de 50 años, de debate medioambiental y de haberse celebrado 26 Cumbres Mundiales sobre el tema, quizás sea un error continuar con más cumbres y congresos, que solo consiguen gastar dinero, crear una compleja conciencia ambiental, mantener a una importante plaga de ecologistas, investigadores, milmillonarios interesados y aficionados a todo, que ninguno de ellos tiene claro qué es lo que se puede hacer y al final lo único que se consigue es dar más argumentos al mundo periodístico para crear más confusión a la ciudadanía.

Posiblemente sea mucho más fácil transmitir a la sociedad una explicación de los efectos palpables de la contaminación que escuchar a muchos profesionales de la ciencia, políticos y ecologistas, hablar del cambio climático en términos genéricos con alternativas de fin de mundo, cuando, en la eliminación de la contaminación, todos podemos colaborar.

La sociedad dice que el mundo tiene que ser ecológico, pero al tener que continuar produciendo productos a gran escala, como alimentos, casas, puentes, coches, etc., es necesario un período de transición, aunque siempre exigiendo una fecha de finalización.

Siempre nos vamos a topar con que el sistema económico o las grandes corporaciones solo acepten la propuesta de rebajar la producción de productos contaminantes si los respectivos gobiernos subvencionan con dinero público sus cambios técnicos.

La gran mentira actual es que hasta que los milmillonarios no han conseguido preparar el terreno para realizar inversiones en medidas destinadas a este fin y han analizado la posibilidad de que estas inversiones sean incluso más rentables que las anteriores no ha habido ninguna decisión gubernamental que haya realizado ninguna acción al respecto.

Se critica que los gobiernos se niegan a abandonar los combustibles fósiles, pero quizás habría que poner en cuestión la excesiva dependencia que tienen los gobiernos del poder económico y muchas veces de la propia sociedad, ya que, sobre todo la sociedad occidental, no accede a rebajar sus hábitos de consumo.

Quizás si se rebajara el consumo o, lo que es igual, se tuviera un consumo suficiente para cubrir las necesidades vitales, ello obligaría al sistema económico a rebajar sus grandes producciones y como consecuencia se contaminaría menos.

Algunos grupos políticos se manifiestan con opiniones de otros, no con experiencia propia, porque, aunque cualquier acción siempre es bien recibida, algunas, como la plantación de árboles, son un mito, siendo la opción perfecta para los gobiernos y empresas, a las que permiten conseguir certificados para luego ser descontadas de las emisiones reales de CO2. Luego, en unos años, talan los árboles plantados y consiguen incrementar su rentabilidad. No nos olvidemos de que la acción Individual suma, pero la global transforma.

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