El flautista lagunero continúa dando pasos con sus proyectos ‘Serendipia Ensemble’ y ‘Continuum XXI’, sumergido en el universo ‘arqueológico’ de la música antigua, una labor que compagina con su vocación como docente.
Atraido por la música desde su infancia, Moisés Maroto se ha formado en los Conservatorios Superiores de Aragón, Oporto y Barcelona, desarrollando una carrera como flautista que le ha llevado a sumergirse, de lleno, en la música antigua y barroca. Con dos proyectos musicales en boga y conciertos en el panorama nacional e internacional, el lagunero hace balance de una andadura que ni la pandemia ha podido frenar.
¿De dónde viene tu vocación musical?
Mis padres decidieron darme una formación musical extra, y decidí ir al Conservatorio de Valladolid. Es algo que te va enganchando y al formarte descubres que es tu vocación. Empecé a estudiar Matemáticas, pero no era comparable con lo que sentía cuando estudiaba música. Al final, si lo tienes claro y te enfocas a ello, puedes vivir casi de cualquier profesión.
¿Cómo has ido evolucionando musicalmente a tu paso por Zaragoza, Oporto y Barcelona?
Elegí formarme en el Conservatorio Superior de Aragón, junto con Anna Margules, y durante cuatro años crecí mucho personal y profesionalmente, conociendo a mucha gente espectacular, como mi compañera de clave Sara Johnson. Después hice el máster en Oporto, con Pedro Sousa, y para rematar hice otro máster en Barcelona junto con Pedro Memelsdorff, lo que me permitió un desarrollo exponencial con el instrumento.
¿Por qué te decantaste por la flauta de pico?
Fue un poco por casualidad. Cuando entré al conservatorio elegí piano, guitarra y flauta, y me tocó la última opción. Me sentía cómodo con ella, me parecía relativamente sencillo hacerla sonar: es un instrumento muy peculiar que tiene mucha importancia en la música antigua y me produce mucha satisfacción tocarlo. Bien es cierto que los flautistas estamos diferenciados y nuestro panorama profesional se cierra y se nos complica de alguna manera al no existir versión orquestal moderna. Incluso somos demasiados dentro de la música antigua, pero cada vez hay más nivel y se nos tiene más en cuenta.
¿Qué es lo que más te motiva de la música antigua?
Tiene una parte casi arqueológica, te permite investigar y tocar piezas que jamás se habían tocado a lo largo de la historia. Por ejemplo, en diciembre tuve la suerte de estrenar una misa de Sebastián Durón, del siglo XVIII, que jamás había sonado, y es un privilegio. Son piezas que carecen de información por parte del compositor, así que ofrecen mayor libertad al intérprete.
¿Puedes hablarnos de tus proyectos más personales, Serendipia Ensemble y Continuum XXI?
Serendipia es el dúo que conformo junto con Rita Rodríguez. Somos dos flautistas de pico, lo cual es algo innovador, si bien nos solemos apoyar en una tercera pata, sea percusión o cuerda pulsada, para completar. Nos centramos en obras teatrales de Shakespeare o Calderón para representar alegorías filosóficas y retóricas. Tocamos de memoria siempre, lo cual dinamiza los espectáculos, y actualmente estamos pensando en sacar un disco.
En cuanto a Continuum XXI, es un proyecto más experimental de música contemporánea, con más instrumentos. Buscamos sonoridades diferentes y trabajamos con electrónica. Tuvimos la suerte de contar con el apoyo del Gobierno alemán y estamos constituidos en Dresde como asociación. Tiene un sabor diferente, sonidos y timbres nuevos y mucha exploración sonora.
Al margen de estos proyectos, como músico freelance me llaman para otros conjuntos, como Windu Quartet, Capella de Ministrers o Íliber Ensemble. Incluso he tocado para un grupo pop. Cambiar tanto y ser tan versátil me ayuda mucho a la hora de mantener la agilidad, extrapolar entre estilos y enriquece e inspira mucho. En mi día a día escucho infinidad de estilos, como el jazz, que tiene una parte de improvisación, por cierto, muy similar a la que se utilizaba hace siglos en la música antigua.
Otra de tus vocaciones es la docencia musical…
Sí, y esta parte también es muy vocacional. En mi caso doy clases particulares a alumnos de todo el mundo, a veces de manera online o en talleres, y actualmente estoy trabajando en la Escuela Municipal de Música de Laguna, lo cual es muy ilusionante porque es donde empecé con ocho años. Además, en la música es necesario tener una base estable económica, y la pandemia ha demostrado que no se puede depende únicamente de los conciertos.
¿Cómo se valora la música antigua en España?
Tiene muchísimo más arraigo en otros países como Alemania, Francia e Inglaterra, pero desde hace unos años está habiendo más auge, y se están haciendo cosas muy buenas. Nos encanta escuchar a compositores extranjeros y tenemos muchos y muy buenos en España, y a menudo es complicado concienciar al público o implicar a las instituciones. Sin embargo, llevamos un tiempo con grandes investigadores y nuevos e interesantes festivales. En el caso de la música barroca, era la música ‘pop’ de la sociedad de su momento. Gran parte del público se sorprende por su similitud en el formato con la música actual, con piezas ágiles que despiertan mucho interés.
¿Cómo ha afectado la pandemia a vuestro sector?
Ha sido muy sufrida, se nos han cancelado muchos conciertos justo en un momento en que estábamos despegando mucho, si bien hemos podido recuperarnos y en mi caso se han abierto nuevas oportunidades. Por ejemplo, me llamaron para tocar en Madrid con Calia Álvarez y Lina Tur, dos de las mejores intérpretes del mundo, debido a que sus instrumentistas no podían entrar al país desde el extranjero. El mundo de la música depende mucho de las oportunidades y de la suerte.
¿Cómo te planteas tu futuro musical más inmediato?
La intención es publicar un disco nuevo con Serendipia y seguir tocando tanto en España como en el extranjero. Mientras pueda físicamente seguiré priorizando los conciertos y las clases, y quizás más adelante me plantearé un plan de vida más estable.