Con la espectroscopía de rotación como eje de su investigación, el lagunero de 26 años Raúl Aguado busca con sus descubrimientos “ayudar a que, con la colaboración conjunta con otras materias, podamos llegar a curar enfermedades y avanzar en el entendimiento sobre el universo”
De naturaleza curiosa y cuestionándose todo lo que sus ojos veían desde niño, Raúl Aguado Vesperinas descubrió su vocación cuando llegó al instituto María Moliner de Laguna de Duero, donde la química se convirtió en la respuesta a todas aquellas preguntas que le surgían, no solo de la vida cotidiana, sino también del universo. Con el paso de los cursos el interés por esta materia solo iba in crescendo, hasta que en la universidad se decantó por el grado en Química y la especialidad en Química Física que lo llevaría a donde se encuentra hoy, a sus 26 años, haciendo lo que más le gusta: «investigar y aportar mi granito de arena para mejorar el mundo».
A pesar de su juventud, Raúl cuenta con una trayectoria profesional brillante, y prueba de ello son los diversos textos científicos que ya tiene publicados y sus contribuciones sobre la espectroscopía de rotación biomolecular. «Mis textos están centrados en esta ciencia, que es sobre lo que versa también mi tesis y en lo que trabajo a diario, poniendo el foco de esta destreza en distintos tipos de moléculas». Y es que la investigación del lagunero busca utilizar este sistema para «poder observar las moléculas desde muy cerca, aumentando su tamaño por mil, de tal manera que podamos ver su estructura y su comportamiento dentro del metabolismo humano para así, combinándolo con conocimientos de bioquímica, poder ayudar en ciertos campos, como la medicina, con la ayuda de otras ciencias».
Así, ya ha abordado moléculas como un amino azúcar que permite el desarrollo de metástasis, otras que «actúan sobre el cerebro y ayudan a dejar de fumar», además de un trabajo con el que se pueden formar pares de moléculas a partir de biomoléculas sólidas, entre otras.
De esta manera, Raúl se sumerge a diario en un laboratorio que, según explica, «mezcla física, química, mecánica, tecnología, informática… con equipos de altísima precisión que hacen que cada día me enamore más de mi profesión». Sin embargo, a su modo de ver, este curriculum de excelencia solo responde al trabajo constante y la pasión por lo que hace, ya que para él su oficio es una forma de contribuir a que el mundo y la sociedad progresen «a pesar de que en España el sector esté tan infravalorado». Por ello, apunta que cada publicación o avance son «un reconocimiento de que lo estoy haciendo bien, que lo que estudio es interesante y que puedo ayudar».
Sin embargo, reitera que en nuestro país la ciencia «no está suficientemente reconocida». «Es un trabajo duro en el que echamos muchas horas y que requiere de mucha paciencia para realizar experimentos muy meticulosos con su consecuente tiempo de preparación y análisis, y estaría bien que se valorase más a nivel político y social, ya que está infravalorado e infrapagado, y nadie se hace rico dedicándose a esto». A pesar de ello, afirma que «los que nos dedicamos a la ciencia seguimos porque creemos que contribuimos con ello y sentimos que estamos colaborando con el avance del mundo y de la sociedad, y eso es una satisfacción».
Pero si hay un reconocimiento que lo ha llenado de orgullo recientemente es el que ha recibido en su pueblo, donde se le ha otorgado el premio Cascajo a la Excelencia; un galardón que no esperaba y que tiene un gran significado para él. «Me he criado y vivo en Laguna, y recibir este premio es una forma de reconocer que todo lo que he hecho tiene su base en mis raíces, con lo que aprendí en mi pueblo, tanto en el colegio como en el instituto, y que me llevó a escoger esta carrera y llegar donde estoy hoy. Además, el hecho de poder compartirlo, no solo con familia y amigos, sino también con mis vecinos y que muestren interés por lo que hago, lo hace aún más importante».
Por su parte, anuncia que su principal objetivo en este momento es terminar su tesis, con la meta de conseguir matrícula cum laude «y ser por fin doctor, y a partir de ahí no me cierro a nada, lo que quiero es seguir investigando y consiguiendo esas respuestas que tanto buscaba de niño y que ahora puedo ser capaz de encontrar con mi trabajo y esfuerzo».