La gestión política no debe ser igual que la gestión empresarial
Comienzan a verse las diferentes intenciones de los ciudadanos que optan a algún cargo público y que se presentan a las próximas elecciones municipales. Quizás nos dé cierta esperanza el hecho de que, en esa larga lista, haya ciudadanos más jóvenes que hasta ahora, pero también crea la duda de si su decisión es por amor y convencimiento de lo público o por buscar un acomodo profesional.
Posiblemente no sea negativa la juventud, pero tampoco es un seguro de nada. El elevar tanto a una generación determinada, por otra parte, es algo que está muy de moda y se valoran muchos conceptos, casi siempre físicos, cuando sabemos que el ser humano es un conjunto de todo.
Quizás las agrupaciones de ámbito estatal sean utilizadas por sus cúpulas para la consecución de objetivos más globales y en algunos casos interesados, cosa que no es malo, pero lo suyo sería que se centraran en los problemas locales.
Quizás, en una sociedad global con 8.000 millones de habitantes y en medio de una inmensa diversidad de opiniones, derivadas de otras opiniones, exista un enorme grado de falta de criterio propio, y esto lleve a la utilización, por parte de los medios de comunicación, bien pagados por el único poder existente, que es el dinero.
La alarmante utilización de las emociones humanas, es por lo que podríamos solicitar a los seres humanos que se presentan a las elecciones, que no solo lean, sino que vean y escuchen a las diferentes generaciones, lo que están haciendo y lo que han hecho a lo largo de sus vidas.
Posiblemente el comienzo del siglo XXI haya sido una época dorada, donde las investigaciones de muchos años, a todos los niveles, han salido a la luz en este primer cuarto de siglo. No obstante, a partir del 2025 se comenzará a notar lo que la sociedad asume para sus vidas, y es cuando realmente veremos su eficacia, con lo que no es bueno anticiparse a su utilización, como algo mágico.
Hasta ahora, la llamada inteligencia artificial, en su parte negativa, solo ha servido para enamorar a varias generaciones, para crear un montón de nuevos milmillonarios y para que la geopolítica esté en un momento en el que nadie sabe cómo va a acabar, pero lo cierto es que se están creando auténticas dependencias a todos los gobiernos mundiales y la dependencia nunca es buena, y menos si procede de los poderes económicos.
Quizás el hecho de que la pirámide poblacional de Laguna de Duero marque una población en igualdad de mujeres y de hombres, junto con la gran población existente de más de 60 años, podría ser un punto de referencia necesaria a la hora de que cada partido elabore su programa.
Sería interesante no caer en el error global de que después de que la investigación ha realizado un trabajo encomiable y la sociedad haya facilitado su financiación, en cuanto a conseguir una mayor longevidad, en este siglo no se sepa qué hacer con esta nueva generación y se la limite a aportar dinero a las arcas de cada país, a través de sus impuestos.
Posiblemente sería deseable que a la hora de exponer, al menos en sus programas, los planes de inversión, se prioricen en función del número de ciudadanos que habiten en las diferentes áreas del pueblo y no se dejen llevar por donde obtengan más votos o por donde vivan más amigos o familiares.
No es razonable que barrios, como puede ser Prado Boyal, lleven varias legislaturas prácticamente sin tener una mínima mención en los presupuestos generales. Tampoco lo es que se olviden de que este barrio tiene una antiguedad cercana a los treinta años y que está sufriendo un enorme emplazamiento de varios supermercados.
En los programas publicados da la impresión de que sus hacedores han utilizado una enorme carga de buenismo, que nadie duda, pero las realidades no son solo lo que uno plantea, sino lo que la sociedad de Laguna de Duero precisa y eso no se denota en la práctica diaria.
Aunque lo que sigue siendo habitual es que los que se presentan a las elecciones ofrezcan ayudas económicas para todos los sectores y actividades, no deberíamos olvidar que, guste más o guste menos, vivimos en un sistema de libre mercado y quizás hubiera que explicar al ciudadano que las actividades económicas debe regularlas el mundo empresarial, aunque las administraciones públicas, con nuestro dinero, pueden y deben ayudar todo posible al sector empresarial, pero no con subvenciones, sino con ayudas con devolución a las arcas del Estado.
Quizás todas las ofertas que nos hagan los diferentes grupos políticos sean con la mejor intención del mundo, pero todas ellas deben ponerlas en práctica los trabajadores públicos y, aunque en las tertulias de los bares, de las peluquerías o de las tiendas, se suelen escuchar opiniones muy diversas, pocas están de acuerdo con su funcionamiento, aunque el no estar de acuerdo con lo establecido está penado, sobre todo en redes sociales.
Posiblemente a la hora de depositar el voto, además de lo de siempre, deberíamos pensar en el 2023, olvidarnos de años anteriores y ver con alguna perspectiva el futuro de nuestras vidas, pensando que en el mundo no solo existe Laguna de Duero, sino que, dada la gran influencia de la globalización, cualquier tontería económica o política posible, en la encrucijada mundial que están librando China y Occidente, podrían dar al traste con nuestras buenas intenciones.