El lagunero emerge en la escena cinematográfica consiguiendo selecciones para sus primeros trabajos y logrando impactar gracias a un corto que anima a crear conciencia.
El lagunero Guillermo Rojo es el mejor ejemplo de que nunca es demasiado tarde en lo que a la llamada artística se refiere. Pese a no haber recibido formación en el campo audiovisual o cinematográfico, su afición por contar historias le han llevado a lanzarse al mundo de los cortometrajes, lanzando cuatro nuevos trabajos en solo un año, uno de los cuáles, ‘Apagada’, acaba de romper moldes gracias a su creatividad y al interés suscitado por su temática social.
«Mi vida profesional siempre ha estado desvinculada del cine, pero el año pasado, aprovechando una baja laboral por una lesión, me puse a estudiar y a perfeccionar la técnica y la narrativa, y con los escasos medios de que disponía empecé a rodar cortos», explica Rojo, quien se crió en Laguna pese a vivir actualmente en Pamplona. Sus obras, con una factura sencilla y pocos medios técnicos, ya han obtenido selecciones oficiales en festivales nacionales e internacionales «por su sencillez y su frescura».
«Estoy aprendiendo muchísimo. Siempre he sido muy payasete y mis historias tenían mucha vis cómica, pero con ‘Apagada’ he dado un salto radical al otro extremo. Quería contar una historia más profunda», explica Rojo, detallando que el hecho de que su pareja tenga una discapacidad le inspiró esta inédita idea. «Siempre me he movido por la defensa de la igualdad, y quería tocar el tema de la violencia de género desde una perspectiva que aún no se había visto en el cine», añade.
El rodaje fue corto, y se desarrolló gracias a un equipo de laguneros, junto con Jesús Cardiel -como director de fotografía-, entre otros amigos. «Huelga decir que el presupuesto ha sido cero y todos los gastos han salido de nuestro bolsillo», aclara Rojo. La protagonista, la soriana Sonia Cuesta, nos ha dado una sorpresa mayúscula, pese a no ser actriz profesional», apostilla. El resultado no ha decepcionado: «la acogida ha sido brutal, está llegando muy lejos y no deja indiferente a nadie. Pese a sentirme un poco ‘impostor’ en este mundo las valoraciones me hacen pensar lo contrario, y vamos a moverlo por festivales», afirma.
En cuanto a la temática, considera que «las personas con discapacidad que sufren violencia doméstica se pueden encontrar más indefensas a la hora de denunciar su situación, y por ello queríamos hacer visible esta realidad. Con este montaje, quería que el público sintiera lo que siente la protagonista». En referencia a este tipo de violencia, el director cree que «no hay un perfil de hombre maltratador, y puede ser cualquiera».
Con el deseo de poder dedicarse al cine profesionalmente, Rojo tiene en mente seguir reivindicando temas tabú a nivel social, y avanza que le gustaría hacer otro corto sobre el Alzheimer, para lo que le gustaría contar con su gente de Laguna de nuevo. Como integrante de la Peña ‘La Revolika’, Rojo ha dedicado su corto a Vero, «quien desde el cielo fue una más del equipo».