2 de mayo de 2024
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“Cuando vives a 2.500 kilómetros valoras mucho más el hecho de poder ver y disfrutar de tu gente”

Laguneros por el mundo

10 de julio de 2023

El lagunero Alejandro Posada lleva desde los 19 años fuera de España trabajando como mecánico y viviendo en ciudades como Berlín o Dublín

Tras estudiar el Grado Superior de Automoción, Alejandro Posada Martínez (2000) emprendió un viaje a Alemania para formarse en el país de la industria automovilística por excelencia, donde, tras tres meses de prácticas, decidió quedarse a vivir.

La decisión de irse de España, como nos confiesa el propio Alejandro, “no la tenía en mente”. Cuando estaba acabando Bachillerato sí sabía que quería estudiar el superior de automoción y “me dieron la opción de hacer las prácticas en un taller fuera de España, en este caso en Alemania. Nos comentó un chico que había estado allí cómo trabajan los alemanes, cómo te tratan y qué tal se vivía, y me fui a casa planteándome la idea”. Tras barruntarlo, en segundo les dijeron “que había que decidirlo pronto para tramitar la beca”. “Llevo cinco años estudiando alemán, pues vamos a aprovecharlo”, pensó Alejandro. Además, según puntualiza, “era consciente de que el tema laboral en España estaba bastante mal y que tampoco iba a tener un sueldo muy alto”.

Tras las prácticas le ofrecieron un contrato que “tenía claro que iba a aceptar”. Ahí comenzó una aventura solo, en un país extranjero y con idioma diferente. Una de las mayores barreras fue el idioma, a pesar de haberlo estudiado previamente. “Cambia mucho de lo que te enseñan en el colegio o en organismos oficiales. De repente aterrizas y todo está en otro idioma. Te metes de lleno en otra cultura, otra forma de expresarse, otra comunicación distinta… es un reto”.

Aun así, con el tiempo reconoce que le ha despertado “mucha curiosidad saber qué hay detrás de esas expresiones, por qué se formaron… es algo muy interesante”. Sin duda el alemán fue mucho más complicado que el inglés. Tanto que, según cuenta, “el primer año prácticamente estuve aprendiendo todos los días a entender a la gente, a conjugar bien los verbos, a tener fluidez, y cuando me fui ya tenía nivel. De hecho, entendía ya a alemanes borrachos (se ríe).

La mudanza a Dublín vino de manera inesperada, puesto que Alejandro tenía en mente volver a España, pero una oferta le hizo acabar en Irlanda. “Me ofrecían mejores condiciones y quería cambiar. Cobraba bien, pero para futuras metas no era suficiente. Les pedí que me subieran el sueldo y lo hicieron, pero no de una manera significativa y tampoco me dieron opciones de más formación ni de crecer internamente”, aclara Alejandro. “Aunque estaban contentos conmigo me fui, a pesar de que es complicado encontrar piso en ciudades grandes y en Berlín ya lo tenía”. En ese impás, comenzó a buscar empleo en España, y encontró una empresa de colocación en el extranjero. “Pese a tener en la cabeza volver lo eché y pasé la preselección”. Tras ello, superó la entrevista sin complicaciones. “Me iba a costar salir de la zona de confort de Berlín, pero di el paso. Ahora estoy muy contento porque trabajan relajadamente y tengo menos preocupaciones”.

Su empleo, aunque es técnico superior, es de mecánico. Sus labores son “reparaciones, diagnosis y mantenimiento en un taller oficial del grupo BMW, que en principio vienen BMW, Mini, y Rolls Royce, pero de los últimos por desgracia no ha venido ninguno (se ríe)”. En cuanto a sus hobbies destaca “el culturismo, por afición, con una dieta estricta. Llevo dos años que me estoy exigiendo más y este año voy a competir. Luego, en Berlín, iba mucho al billar, también me gusta jugar al ajedrez, pero el principal sin duda es ir al gimnasio”.

Al tener que hacer un balance, su respuesta es que “todo tiene un lado positivo”. “Cuando pasas de estar en casa con tus padres y bajar a la plaza a ver a tus colegas a tener que coger un avión y recorrer 2.500 kilómetros como era mi caso, valoras mucho más el hecho de verlos. Esto hace que el tiempo que pases con ellos lo quieras explotar. Es como un muelle y un efecto rebote, he perdido tiempo con ellos, pero he aprendido a valorar mucho más el tiempo con las personas que quiero”.

Otro de los cambios que más ha percibido es la manera de entender el trabajo en cada país. “En España, debido a que los sueldos son bajos, se llevan los bonus de productividad, las horas extra, y emplearse muy a fondo a nivel de tiempo”, opina Alejandro. Cuando llegó allí, el funcionamiento y la exigencia eran muy diferentes. “En Alemania se busca un trato, tanto a la persona como al coche, excepcional”. “Es algo beneficioso, porque a pesar de que hay que cumplir ciertos tiempos, puedes ir calmado y hacer mejor tu trabajo. Yo he tenido dos horas para hacer un cambio de aceite, que se tarda media hora. La otra hora y media es para que lo revises y lo dejes como la patena. Todo se centraliza en la calidad del trabajo”.

En cuanto a la intención de volver a España, la respuesta es afirmativa. De hecho, lo tiene “fechado para estas navidades, dependiendo si le puedo sacar algo más de jugo al trabajo actual”. Confiesa que echa de menos su casa, y además, “teniendo pareja en España y llevando tres años fuera apetece volver. Tengo planes y proyectos que aprender en España, estar con la familia y aplicar todo lo que he aprendido fuera en mi entorno de siempre. Lo necesito a nivel mental y es lo que quiero, así que lo haré”.

 

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