6 de marzo de 2025
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«El circo es una disciplina con mucho potencial y riqueza, a medio camino entre el arte y el deporte»

Laguneros por el mundo

6 de marzo de 2025

Con los malabares como práctica profesional, Rodrigo Gil salió hace quince años de Laguna para hacer un Erasmus, pero el amor por las artes escénicas lo ligó a Francia, donde ha residido durante este tiempo “expresando y emocionando de manera no verbal al público”

Muchos encuentran su vocación desde muy pequeños, otros esperan casi hasta la mayoría de edad, y algunos, como Rodrigo Gil, lo hacen de casualidad. A los trece años, la lectura de un libro hizo que un mundo de posibilidades se abriera ante él; los malabares se convirtieron en un hobby para el joven lagunero, quien comenzó a adentrarse poco a poco en este universo de destrezas. Un taller municipal del colegio la Nava de Laguna lo acercó un poco más a su pasión, siempre compaginando estudios con este pasatiempo, hasta que mientras estudiaba arquitectura y se encontraba de Erasmus en Francia, las artes escénicas atraparon su corazón de tal manera que Rodrigo no dudó en convertir su afición en su profesión.

Para él, el circo no es solo entretenimiento, sino que es “una disciplina con mucho potencial, a medio camino entre el arte y el deporte y con mucha riqueza de lenguajes escénicos”, ya que, según matiza, no solo existe el circo convencional, también está el contemporáneo, el nuevo circo, el teatro de calle o las performances, entre otros. Asimismo, Gil comenta que se trata de una herramienta con la que todo el mundo puede identificarse y encontrar algo que le guste, ya que fusiona cualidades muy diferentes como equilibrio, coordinación, fuerza, agilidad, flexibilidad…

De este modo, decidió cursar estudios de circo en escuelas francesas, principalmente en la Escuela Nacional de Toulouse, donde, apunta, “tienen un buen programa de estudios, especialmente para malabaristas, que era lo que a mi más me interesaba”.

Rodrigo recuerda que los comienzos fuera de España y de su pueblo fueron “muy emocionantes”. “Comencé una etapa de aprendizaje que no he dejado de practicar, como el conocer nuevas culturas, maneras de vivir o idiomas nuevos”. En este sentido, comenta con cariño cómo la influencia del profesor de francés del IES Las Salinas, Marcelino, le hizo llegar con “una base muy buena de la lengua”, además, agradece a este docente “lo bien que supo transmitir y despertar curiosidad por la cultura francesa en los alumnos”. Con los años, este dominio del francés fue a mejor, gracias a su estancia en el país vecino y a su trabajo, llegando ahora a controlar este idioma, además del inglés y “un poco de italiano”.

Sobre sus imprescindibles viviendo fuera la familia es lo que más echa de menos, pero también la vida de barrio, “tener todo al lado y la cercanía de la gente son algo que no valoras hasta que ves el lado opuesto”. Además, aclara que las relaciones personales tampoco son iguales entre nuestro país y los vecinos europeos, ya que “en Francia la gente no vive tanto en pisos, y esto hace que generen menos lazos con los vecinos, y al no haber tantos bares y terrazas las reuniones son en las casas, con lo cual las relaciones se hacen más de puertas para adentro”. Sin embargo, sostiene que una vez que conoces a la gente “son muy abiertos”.

Por su profesión, Rodrigo ha podido viajar por toda Europa, aunque señala su residencia oficial suele estar en Francia, pero también ha podido pasar largas temporadas en Alemania. Con este bagaje, advierte que el sector del circo guarda diversas diferencias entre unos países y otros. “No tiene nada que ver el circo alemán con el francés o el canadiense”, apostilla, y añade que, en cuanto a España, no tiene “muy controlado cómo funciona este mundillo”, pero está seguro de que, al igual que su país de acogida y Bélgica, “falta un sistema adaptado al tiempo que conlleva ir de gira con un espectáculo o al desgaste de un trabajo tan físico”, y reclama “un reconocimiento de los estudios superiores, igual que se hace con músicos, bailarines o actores”.

Sobre el futuro, el lagunero lo plantea incierto, ya que, a pesar de que no le importaría volver a su país natal, es consciente de que por su trabajo “voy a estar más tiempo fuera que dentro”, aunque esto no le desanima, ya que cada viaje, así como cada espectáculo, son para él una oportunidad “de seguir descubriendo países y lenguajes escénicos diferentes”. Por ello, anima a los jóvenes a vivir aventuras fuera de la comodidad de España, “si bien expatriarse de manera definitiva no es para todo el mundo, vivir en el extranjero unos años es una experiencia increíble y muy recomendable y, ¿quién sabe?, igual les pasa como a mí y convierte el mundo en su casa”.

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