La lagunera, impulsora de ‘Nutrición con Gusto’, nos ofrece unos consejos para ayudar a mejorar los hábitos dietéticos de los niños y niñas sin que comer sano se convierta en sinónimo de algo aburrido
Es en la etapa infantil donde los más pequeños adquieren los hábitos dietéticos que caracterizarán su etapa adulta, por lo que es fundamental que seamos un buen ejemplo para los más pequeños. Resulta imprescindible enseñarles lo importante que es comer fruta y verdura por los beneficios que nos aportan dentro del contexto de una alimentación saludable. La exposición a estos alimentos debe ser repetida, pero sin forzar ni obligar. La neofobia (miedo hacia lo nuevo) es algo normal y frecuente y no es de extrañar que puedan llegar a requerir de 15 a 20 intentos para probar algo nuevo. En estos casos, es fundamental la constancia y la paciencia. Es importante no forzar a comer ningún alimento, ya que esto solo genera aversión. ¡Prohibido rendirse!
¿Por qué necesitan nuestros niños comer frutas y verduras?
Las frutas y verduras son alimentos ricos en fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes; todos ellos nutrientes fundamentales e imprescindibles para el adecuado crecimiento y desarrollo de los más pequeños. Su ingesta diaria previene patologías tales como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos digestivos. Hidratan por su aporte de agua, ayudando no solo a eliminar líquidos sino también a combatir el estreñimiento. Les protegen frente a la obesidad y limitan y sustituyen el consumo de otros alimentos menos recomendables.
Los adultos son el modelo que el niño toma como referencia a la hora de probar o comer o no un alimento. Sed un buen ejemplo, lo primero es que las toméis vosotros. Sois los padres los que debéis comprometeros con el cambio. ¿Cómo? Teniendo alimentos sanos a su alcance, sirviendo una ración adecuada a su edad, respetando su apetito, creando un ambiente agradable y distendido. De poco sirven las buenas intenciones si no sois un modelo a seguir. También es importante no obligar, ya que, aunque parezca extraño, entienden mejor que nosotros cuándo y cuánto necesitan comer en cada momento.
► PROBAR MÁS FRUTA: Aquí entra en juego nuestra imaginación: modificando texturas, sabores, la presentación, aliños, etc. Tener un frutero siempre a la vista o tener fruta troceada en la nevera aumenta la posibilidad de que los niños la tomen. Hay muchas formas de consumir fruta: brochetas, chips, con yogur, bañada en chocolate negro, en batidos, helados caseros, en porridge o tortitas de avena, en tostadas o en forma de mermelada casera con chía o compota o creando dibujos con las piezas. Conste, ¡el zumo no cuenta como fruta!
► PROBAR MÁS VERDURA: Metiendo sofrito de verdura en los platos o apoyándoos en alimentos que ya les gustan para introducir otros nuevos o que no gustan tanto son buenas alternativas para introducir nuevas verduras. También reducir el tiempo de cocción para dejar crujiente o aumentar para una textura más cremosa, usar el horno para gratinar o hacer una parrillada, presentarlas con otros tamaños (en forma de dados, rodajas, tiras, etc.) o dándoles sabor con especias, vinagretas o salsas saludables.
CONSEJOS PARA QUE LOS NIÑOS INCREMENTEN EL CONSUMO DE VERDURAS ¡Y NO MORIR EN EL INTENTO!
• No sobreexponerlos a sabores muy dulces, como galletas, bollos, snacks o chucherías, ya que estos alimentos alteran los umbrales de sabores haciendo que la comida sana les sepa mal.
• En las comidas principales, no obligar a comer la verdura. Se les ofrece una opción y como mucho una segunda y, si no la comen, no se les pone como obligación en la cena ni se sustituye por otro tipo de alimento.
• Una variedad de colores puede añadir atractivo al plato.
• No tienen por qué comer todas las verduras que existen (igual que a un adulto no le gustan todas, ¡a los niños tampoco!).
• Lo ideal es presentarlas de distintas formas hasta que alguna les parezca agradable (no hay que perder la esperanza al presentándolas solo de 1 ó 2 maneras)
• No prohibáis alimentos insanos ya que esto solo aumentará su deseo hacia ellos. Es recomendable no tenerlos en casa y no prohibirlos en otros contextos, como un cumpleaños o una celebración. Igual de importante es no usar alimentos sanos como castigo como no usar los malsanos como recompensa ya que, de esta forma, se altera su relación con la comida y sus preferencias alimentarias, perpetuando su rechazo a lo saludable.
Demostrarles que comer sano no es sinónimo de aburrido. Existe un sinfín de dinámicas que potencian la relación positiva con las frutas y las verduras al resultar entretenidas y divertidas tales como la incorporación de juegos y cuentos, la creación de dibujos con las piezas, la asignación de días de cocina internacional, un picnic, la búsqueda de alimentos para crear un arco iris de colores… e incluso el cultivo de un pequeño huerto ya que la implicación refuerza la relación positiva con el alimento, que es, al fin y al cabo, lo que se busca.